miércoles, 31 de julio de 2019

Cuando nos permitimos ser…




Tenía 10 años cuando descubrí que existía el teatro; es apenas un recuerdo vago de mi infancia, pero por alguna razón se clavó en mi mente y despertó un interés que hasta ese entonces era inexistente para mí. Tres años después era parte de un pequeño grupo de teatro que se formó en el colegio. ¿El primer personaje que interpreté? Pancha Carrasco en la representación de las actividades conmemorativas a la Batalla Rivas. Esto podría parecer poco y posiblemente la Johanna de aquel entonces no estaba preparada para comprender el valor de interpretar a una mujer tan emblemática; sin embargo, hoy me siento orgullosa de que mis primeros pasos en el mundo teatral hayan sido de la mano de doña Francisca.

No mucho después, nuestro profesor de teatro nos embarcó en la aventura maravillosa de viajar a San José y asistir a una función de teatro profesional en la Compañía Nacional de Teatro: Nada más y nada menos que ¡Hamlet!

Como se imaginarán, y a pesar de que nuestro profesor hizo la tarea de ponernos en contexto, Hamlet y Shakespeare eran dos totales desconocidos para nosotros. Pero eso tampoco importó porque esa noche me enamoré perdidamente del teatro. Aún tengo en mi memoria esa sensación de emoción y escalofríos que recorrió todo mi cuerpo cuando ingresé a la sala, no hay palabras para explicarlo, simplemente fue magia. Cuando pensaba que no podía emocionarme más, aparece Hamlet en escena y mi cabeza simplemente explota cuando me doy cuenta de que es una actriz quien lo interpreta, ¡una mujer! En ese momento sólo pensé: ¡Esto es lo que quiero hacer en la vida, esto es! Desde entonces, me quedé enganchada en la telaraña del teatro.

Lamentablemente, los fondos para mantener las actividades del grupo de teatro del colegio y pagarle al profesor; eran insuficientes, y terminaron cerrándolo. Aunque hoy hay mayores oportunidades en las zonas rurales, en aquel entonces no había más opciones, así que me tocó esperar alrededor de cuatro años, para finalmente graduarme del colegio y aplicar la decisión que había tomado siendo prácticamente una niña: hacer del teatro mi profesión.

En ese último año me tuve que enfrentar a comentarios hirientes, despectivos y que ponían en entredicho mi decisión de querer estudiar en la universidad una carrera artística:

Johanna, ¡pero si usted es muy inteligente! ¿Cómo va a estudiar eso?
¿Para eso se estudia?
El teatro no es una carrera es un pasatiempo.
¡Pero se va a morir de hambre!
¡Eso es de vagos y no le va a dar de comer!
¡Usted tiene que estudiar algo en lo que haya trabajo! Las artes son para entretenerse nada más.

Y así podría continuar completando unas cuantas hojas más, pero lo cierto es que no vale la pena llenarse de toda esa energía negativa. No me importaron cuando era adolescente, no me importan ahora.

Yo soy de esas personas raras con la convicción de hacer lo que a una le apasiona. Creo ciegamente en que acciones muy pequeñas pueden transformar el mundo. Así, les invito a perder un poco la cordura, descubrir qué les llena, disfrutarlo y compartirlo con otras personas. Cuando nos permitimos ser, el mundo es un mejor lugar para vivir.

La locura acierta a veces cuando el juicio y la cordura no dan fruto”.
Hamlet - Shakespeare

Johanna Madrigal Araya
Artista escénica, productora teatral y gestora cultural

miércoles, 24 de julio de 2019

Cuando no estoy haciendo teatro procuro estar en el teatro




Todo profesional, para considerarse profesional, debería estar en constante capacitación. No importa en el nivel que estés, la capacitación constante es esencial para crecer. Es por esto, que vemos el mercado lleno de seminarios, talleres, capacitaciones, congresos que ofrecen temas relacionados con finanzas, mercadeo, salud, educación, tecnología; entre otros...pero ¿En artes?; casi nunca se ven opciones en esta área. Lamentable. Y si hay opciones no se aprovechan al máximo.

Soy una persona que le encanta estar aprendiendo, no puedo dejar de estudiar. Acudo a todas las capacitaciones/talleres/seminarios/congresos posibles relacionados con algunas de mis ramas profesionales, sin embargo, para mi carrera base: Artes Dramáticas, las opciones no son tan frecuentes como desearía. De no ser por talleres/capacitaciones organizadas por el Ministerio de Cultura con sus actividades: Encuentro Nacional de Teatro, Festival Nacional (y el Internacional) de las Artes; o por algunas pocas actividades organizadas por la Universidad de Costa Rica o la Universidad Nacional; básicamente no habrían opciones relacionadas con Artes Dramáticas. (A nivel internacional sí hay más opciones pero el bolsillo, la mayoría de las veces, es quien no nos permite asistir).

Es por esto que encontré ir al teatro como una manera personal de estar en constante capacitación. Sí, voy a ver teatro, voy a disfrutar teatro, voy a reflexionar sobre el quehacer teatral desde todas sus aristas: la dirección escénica, la dirección de actores, la actuación, la parte técnica (luces y sonido), la parte de diseños (escenario, utilería, vestuario, gráfico), el público que llega a ver las obras, los espacios que se utilizan para la representación teatral; entre otros aspectos.

Un médico o un docente justo a eso van a seminarios, congresos o capacitaciones: a reflexionar sobre su quehacer. Buscan espacios para: mejorar, aprender lo nuevo, refrescar lo que ya se sabe, hacer contactos, visibilizar sus trabajos, compartir, crecer. Entonces, en Raíz Teatro creé un espacio llamado “Raiceando: afianzando raíces” que lo denomino como un espacio que compartimos, como compañía Raíz Teatro que somos, con colegas y profesionales de otras áreas artísticas para: apoyar, colaborar y seguir aprendiendo.

Nos verán entonces (siempre intento que vayamos juntos, si no se puede, pues que cada quien asista por su cuenta), en actividades artísticas como: teatro, danza, cine, conversatorios, música, literatura, congresos, conferencias, talleres y hasta exámenes finales de las escuelas de teatro; actividades que nos hacen de alguna u otra manera #CreerCrearCrecer, actividades que nos hacen reflexionar sobre nuestro quehacer y sobre lo que queremos seguir haciendo. (La imagen utilizada para esta nota es de cuando fuimos a ver una de las proyecciones de la película “Hasta llegar al Alba” dirigida por nuestro productor audiovisual: Aarón Acuña).

Somos profesionales en las Artes Dramáticas, tenemos un título universitario que nos acredita como profesionales. Pero el teatrero profesional no debe ni puede quedarse con sólo el pequeñísimo conocimiento que nos comparten en las aulas universitarias. De hecho, cuando se sale de la Universidad, inicia otro nuevo gran aprendizaje y es responsabilidad nuestra alimentar el conocimiento en nuestra área profesional.

Yendo al teatro siempre aprendo algo nuevo (aunque sea muy pequeñito), refuerzo: técnicas, formas de trabajo, historias. Yendo al teatro conozco posibles actores y actrices para Raíz Teatro, conozco nuevas dramaturgias y nuevos dramaturgos(as). Yendo al teatro me construyo como ciudadana y como ser humano sentipensante para intentar seguir construyendo una sociedad mejor a través del arte, a través del TEATRO.

M. Ed. Katherine LaPey Peytrequín Gómez
Directora General y Artística Raíz Teatro

miércoles, 17 de julio de 2019

Escritura dramática para teatro infantil



CONVERSATORIO:
Escritura dramática para teatro infantil
Escuela de Artes Dramáticas, UCR. 18 de junio del 2019


¿Por qué escribo o hago un espectáculo para niños?
Creo que ésta es una reflexión poco hecha en nuestro país. Para comenzar, la literatura, la dramaturgia y los montajes para niños no pueden verse por separado, están profundamente relacionados. Sin embargo, la creación para niños ha estado abandonada por mucho tiempo por las instituciones oficiales y la promueve de manera aislada.
Al observar la cantidad y permanencia de programas o espacios que promueven las instituciones para esta población, me pregunto cómo estamos concibiendo a la infancia en tanto que sociedad. Si se les toma en cuenta desde sus características específicas, si los vemos integrados y partícipes de la colectividad, o si se les ve tan solo como seres diferentes o peor aún, como seres inferiores.
Para responder a la pregunta inicial, pienso que hago creaciones para niños primero que todo, porque encuentro placer en hacerlo, porque me parezco y me identifico con ese público, porque tengo un compromiso personal con la realización de sus derechos y además porque los conozco. Al escribir, me encuentro con la inocencia, la ternura, la fantasía, una potente capacidad de asombro, una naturaleza inquieta por cuestionarlo todo, características que me abren un terreno fértil de creación y a la vez me tienden un reto. No hay personas en el mundo que comprendan mejor el juego que ellos y no debemos olvidar que en el teatro nuestro trabajo es jugar.
La niñez es un público exigente, sin inhibiciones ni hipocresía. Están llenos de vitalidad, curiosidad, imaginación, son generosos, reactivos y francos. Los niños tienen mayor apertura a experiencias nuevas que los adultos. Pueden ser más abstractos que nosotros y comprender mejor el mundo a su manera, desde lo poético y lo simbólico. Nos permiten inclusive hacer cuestionamientos existenciales más directos, que los que hacemos para los adultos.
Al escribir para ellos estamos compartiendo una parte de nosotros, nuestra mirada sobre algo en el mundo. Desde su inocencia, algunos niños pueden mezclar realidad y ficción, por ello los que creamos para la infancia tenemos la responsabilidad de hablar desde lo emotivo con metáforas y belleza, con palabras sencillas y situaciones concretas, pensando a qué edades estamos hablando. Tratarlos como si fueran todos iguales, es ignorar la diversidad que los caracteriza, no respetar su desarrollo ni comprender sus necesidades e intereses. Según la investigadora teatral mexicana María del Socorro Merlín “El teatro para niños es un trabajo profesional, de calidad, es un compromiso y una responsabilidad mayor que el teatro para adultos, porque estos ya tienen parámetros para juzgar las obras y aceptarlas o rechazarlas. Los niños forman estos criterios con lo que se les ofrece. Si el teatro que se les brinda es de calidad ínfima, viciarán su marco de referencia. Es como darles un alimento chatarra o en descomposición, en lugar de uno nutritivo y agradable; si los alimentos de mala calidad les hacen daño, el teatro mal hecho también.”
Cuando uno escribe para niños, no se debe olvidar que escribe también para los adultos que los acompañan. Las generaciones se entremezclan en la sala. Al escribir debemos comprender que los niños son personas que comienzan a conocer el mundo y las reglas sociales de la comunidad en la que viven y de paso, podemos también aprovechar para hablarle a ese niño que vive aún en las personas adultas.
Sería positivo para el desarrollo de la especialización del teatro familiar en nuestro país, romper con las ideas preconcebidas que existen sobre la infancia y sobre “cómo” es o debe ser el teatro infantil según los referentes que tenemos, probablemente de nuestra misma infancia. Dejar atrás la creencia de que los niños no son capaces de comprender un tema, que el teatro para niños debe ser pedagógico y moralizador; y en vez de dar moralejas, tratar de moldear su comportamiento y decirles qué pensar. Busquemos inquietarlos racional y estéticamente, mostrando situaciones que abran el diálogo y planteen más preguntas que respuestas. Y por supuesto, confiemos en ellos y en su capacidad de interpretar la realidad de nuestro mundo.
Entre los temas que queramos tocar se agradece, en nuestros tiempos, desarrollar historias que los apoyen en su crecimiento para que se ayuden a sí mismos a superar sus miedos, e inclusive crear un espejo para que los adultos que los acompañamos, nos miremos de otra manera. Dejemos la censura y los tabúes sobre ciertos temas, esa usual costumbre entre lo que se debe mostrar a los niños y lo que no; como si tuviéramos la posibilidad de esconder la realidad. Abordemos problemas cercanos a la vida de los niños, a su entorno y contexto. No temamos hablar de temas políticos, sociales, y emocionales con ellos... eso sí, sin panfletos, con poesía. Tomemos una posición al respecto y busquemos indignarlos ante la injusticia, promoviendo historias que contribuyan a la formación de personas más empáticas y solidarias, que les permita verse a sí mismos en los personajes o situaciones; ofrezcamos un espacio para la reflexión, para autocriticarse, para rebelarse y ser menos “obedientes”. En resumen, es nuestro deber ayudarles a abrir las puertas al mundo.
Por otro lado, no es un secreto que el teatro infantil sigue enfrentándose a la desigualdad. Ejemplo de ello es su presencia en la cartelera de las salas, el precio diferenciado de los boletos, las tarifas que deben cobrar las compañías teatrales y los actores para entrar en la programación de diversos festivales, la poca presencia que tiene en programas del estado, etc.
En éste sentido, el concurso de Dramaturgia de Teatro Infantil hecho por la escuela de Artes Dramáticas de la Universidad de Costa Rica, es un espacio necesario para desarrollar la especialización del teatro familiar en el país. Es fundamental que existan espacios como éstos, carentes de objetivos educativos o comerciales hacia los niños, que den cabida a proyectos arriesgados y que alienten e inviten a crear un nuevo paradigma, y que sobre todo devuelvan el valor y respeto a los niños.
Ojalá ésta experiencia se extienda a las aulas, y genere experiencias que permitan hacer reflexión en el quehacer artístico de estudiantes y docentes; que no se quede solamente en un concurso susceptible de desaparecer como todos los programas, proyectos y salas que aparecieron como esporas en otras instituciones del estado.
Los niños y los adolescentes son una población esencial que está formando su juicio ético y su pensamiento. La universidad no solo tiene la responsabilidad de formar a futuros teatristas respetuosos de TODOS los públicos y de hacer comprender a sus estudiantes la importancia de crear nuevas audiencias que mantengan a futuro las salas llenas y el oficio vivo. Sino, de avanzar hacia una nueva visión del desarrollo teatral, en el cual el concepto de “teatro infantil” se tome en serio y se desbaraten los estereotipos que se han formulado desde hace años en torno al quehacer teatral para niños.
Si éste concurso se mantiene, la UCR haría a un lado el interés nulo que tienen por la infancia muchos investigadores, para promover a nivel nacional un cambio en la percepción que existe respecto a la forma de concebir un texto, el modo en que se presentan y representan ciertos temas al público infantil, y establecer un espacio intelectual y creativo para derribar prejuicios y transgredir la censura cuando se habla al público infantil, para ofrecerles la posibilidad de crecer más libres y con menos condicionamientos.
Como dijo el dramaturgo alemán de teatro infantil Volker Ludwig: “El teatro no puede cambiar el mundo, pero puede llenar los corazones, los sentidos y el raciocinio de nuestros niños y adolescentes con la certeza de que el mundo puede cambiarse. Y eso es algo por lo que vale la pena luchar.”


Kembly Aguilar
Compañía La Bicicleta

miércoles, 10 de julio de 2019

¿Por qué no dejé el teatro?


El teatro entró en mi vida en la niñez. No sólo como espectadora, sino que desde la escuela tuve la oportunidad de experimentar en la escena. Hice la escuela primaria y secundaria en el Conservatorio de Castella, donde el estudiantado recibe música, artes plásticas, danza y teatro como parte del currículo a cursar.

Las herramientas escénicas que recibía en clases, me resultaban muy útiles para seguir creando en casa. Para mí, en las clases de teatro, recibía insumos de juego. Llegaba a la casa e inventaba mis propias obras de teatro, según los temas que me interesaran en ese momento, o los que proponíamos con el grupo de vecinas y vecinos que jugábamos juntos.

En la secundaria, en noveno año, tuve que elegir una disciplina artística para especializarme durante los próximos dos años y graduarme. Aquí pude haber dejado el teatro, pero ¿cómo dejarlo? Empecé a estudiar teatro, porque era obligatorio, era otra materia más que debía cursar. Pero era una obligación que disfrutaba. ¡Tanto!, que cuando tuve que elegir, no fue difícil elegirle. Me encantaban las artes plásticas, pero el teatro era lo máximo.

Sentí que con el teatro podía tocar el tema que yo quisiera, decir lo que yo pensaba, dar mi mensaje, ser emisora; y la maravillosa dinámica escénica me garantizaba un público receptor, de mí dependía que tan atento y escuchando estuviese ese público y eso lo volvía muy interesante.

En una época donde no existían las redes sociales, decir lo que pensabas y ser escuchada, no era tan fácil como escribirlo en tu muro y armar desde el asiento la cyber-revolución. Menos si eras una niña o adolescente. Así que el teatro me resultaba una herramienta eficiente, eficaz y efectiva para alzar mi voz y hacerme escuchar.

Esa fue la característica del teatro que me enamoró, que me llevó a comprometerme y llenar mi vida de teatro. Me encantaba el vestuario, el interpretar a otros seres, me emocionaba al vivir una ficción e inclusive observar las ficciones que otras personas creaban; pero sobre todo me maravillaba la posibilidad de comunicarme.

Y aunque ahora existe gran variedad de redes sociales para decir lo que pensás y ser leída (o vista, o escuchada), la manera en la que el teatro traspasa a las personas es especial. El teatro cuenta con la ficción donde todo es posible, donde se pueden crear mundos inimaginables, donde las herramientas para hacer llegar el mensaje, son infinitas.

Luego vino la universidad, ahí pude entrar a cualquier otra carrera y meterme al grupo de teatro de la U, o haber dejado el teatro. Pero ¿Cómo dejarlo? Si me sentía enamorada de crear, comprometida con la ficción, quería una vida llena de teatro.

Entré a la Escuela de Artes Dramáticas de la Universidad de Costa Rica. Cuando finalizás la carrera, tenés que hacerte tu propio camino, porque los trillos no están tan marcados en el mercado laboral (si es que se le puede llamar así).

Algunas personas prefieren buscar caminos más explorados y abandonan el teatro. Yo tampoco pude abandonarle en ese momento. ¿Cómo dejarlo? Estando en mis últimos años universitarios había empezado a desarrollar proyectos de montaje con mis colegas y a tomar trabajos de pedagogía teatral.

Sentí que había encontrado otro vínculo más con el teatro: La posibilidad de compartir con otras personas, no sólo desde la escena que es un lugar exclusivo (en el sentido que el público teatral costarricense no es un público masivo. Por ejemplo, hay más personas que van a ver cine que a ver teatro). Sino que también desde la pedagogía.

Ese era un vínculo que iba en crecimiento y no quería abandonar. Quería compartir con las personas, la herramienta que yo había experimentado. Quería que otras personas descubrieran el teatro como una herramienta de comunicación y por ello, muchas veces de liberación.

Sentí que se lo debía al teatro. El teatro que me enamoró, con el que me comprometí, con el que llené mi vida. El teatro que me regaló la posibilidad de comunicarme. Así que empecé a tocar puertas y fui insistente, muy muy persistente para lograr obtener muchos trabajos que me permitieran mediar talleres de teatro y actuar.

Hoy con mucho esfuerzo, sigo teniendo varios trabajos pero son más estables y lo más positivo es que son en pedagogía teatral. Para las personas que trabajan en labores relacionadas al arte es normal tener varios trabajos para vivir y mantenerse.

Teniendo varios trabajos relacionados a la pedagogía teatral, creerán que ahora sí podría dejar de escribir textos, podría dejar de actuar, podría dejar de proyectar un mensaje al diseñar un vestuario… Pero no.

No puedo dejarlo, porque todavía sigo existiendo y sigo sintiendo esa necesidad de comunicar. Por eso, probablemente nunca podré dejarlo.

Empecé a estudiar teatro, porque era obligatorio, era otra materia más que debía cursar. Pero disfruté tanto de él, que cuando tuve que elegir, sin duda le elegí. Y cuando le tuve que volver a encontrar, a reinventar, hice mi propio camino, mi propio trillo para encontrarle. Y cuando era un esfuerzo extra, seguí, porque me da la posibilidad de comunicación, de transgredir la realidad con la ficción, de ser libre.

Janil Johnson Vargas



miércoles, 3 de julio de 2019

¿Por qué pagamos por un boleto de entrada para ir al teatro?






Soy directora y actriz de teatro; también soy gestora y productora cultural (y docente y bibliotecaria). Entre mis múltiples funciones también he realizado la de boletera, como muchos de mis colegas que también han pasado por ahí.

Sí, sentados en una mesita con un cajita y unos cuantos colones en “menudo”,
esperando que llegue alguien feliz porque va a ver una función de teatro.

Esa es la linda sensación inicial, y que deseamos tener siempre. Sin embargo, muchas veces desaparece esa esperanza y esa alegría. Sobretodo cuando días antes nos dicen frases como: “¡Ay, ¿Por qué tan caro?”, “Es que me parece muy caro el precio de la entrada”, “¿Cuándo me invita a ver teatro?”

Entonces, recuerdo como veo otros lugares repletos de gente,
pagando entradas al doble o al tripe o más;
de lo que cuesta una entrada al teatro.
Igual, seguimos ahí sentados en nuestra boletería improvisada
esperando que llegue alguien.

Que, ¿Por qué pagamos un boleto de entrada para ir al teatro?

Vamos por partes; con lo más general y básico.

A) Dejando claro de primera entrada que me estoy basando en grupos/compañías de teatro (mal llamadas independientes, para mi) que gestionan toda su labor. Es decir, grupos/compañías que no dependen de una institución pública o privada para solventar sus gastos de producción y pagos de honorarios. Como Raíz Teatro, una compañía interdependiente, que resuelve/gestiona sus recursos para poder realizar su trabajo.

B) La Producción. Es un proceso que puede durar meses (la preproducción, la producción y el cierre). En Raíz Teatro generalmente tarda entre 6-8 meses hasta el día del estreno, más un mes de funciones (y un año de giras).

Por ejemplo, en la preproducción se realizan actividades de gestión como: el lugar de ensayo, los horarios de ensayo, contratación de equipo artístico y general de la activad, coordinar y dirigir ensayos de al menos 2 a 4 días a la semana de entre 3 y 4 horas por día.

Luego, la etapa de producción conlleva (entre otras muchas actividades que quizá se me escapen) la gestión para lograr construir/adquirir: la escenografía, la utilería, el vestuario, las luces y el sonido; así como gestionar los posibles espacios para estrenar y tener temporadas de al menos 6 funciones.

Aquí, hago una pausa porque cada una de las actividades que mencioné anteriormente, requieren de un profesional en el área para lograr los objetivos. Estos profesionales son:

  1. Profesional en Dirección
  2. Profesional en Actuación
  3. Profesional en Producción
  4. Profesional en Gestión Cultural
  5. Profesional en Escenografía y Utilería
  6. Profesional en Vestuario
  7. Profesional en Luces y Sonido

Digamos que, cuando han pasado varios meses donde hemos ido construyendo nuestro proyecto (presentación de teatro); se deben ir gestionando las actividades y tareas para lograr estrenar, es decir, poner en escena frente al público; nuestro resultado artístico. Entonces entramos en un etapa de “Se viene el estreno”

C) El estreno. Para esta etapa, el equipo de trabajo en general, ya está realizando un engranaje de todos los detalles mencionados en el punto 2 más otros detalles como: la promoción y difusión del espectáculo (en medios de comunicación y organizaciones), la gestión de público, toda la parte de imagen: diseño gráfico, videos promocionales, gestionar el día y hora en que se grabará la función; y por supuesto: el mercadeo de las funciones (la venta de entradas en preventa). Estas, entre otras muchas actividades que quizá se me escapen.

Aquí, hago otra pausa porque cada una de las actividades que acabo de mencionar, requieren de un profesional en el área para lograr los objetivos. Estos profesionales son:

  1. Profesional en Community Manager
  2. Profesional en Diseño Gráfico
  3. Profesional en Producción Audiovisual
  4. Profesional en Gestión Cultural
  5. Profesional en Gestión de Públicos
  6. Profesional en Comunicación
  7. Profesional en Mercadeo

La semana antes del estreno, particularmente en Raíz Teatro, presentamos nuestro espectáculo a los miembros de Raíz y amigos cercanos; para someter nuestro trabajo a un ojo crítico que nos fiscalice y nos de el visto bueno para salir a escena frente al público.

D) La temporada. Ya pasados por las ansias/emoción/alegría del estreno. Nos enfrentamos a “La Temporada”, es decir, a los días que logramos colocar nuestro espectáculo en algún lugar para que acuda el público general a verlo. En esta etapa, el equipo artístico sobretodo, sigue con su ardua labor de intentar vender las entradas para que vayan a vernos.
Porque sí, además de actuar/dirigir/sertécnico/boletero/asistente; debemos ser vendedores de los boletos para lograr que vayan las personas a ver nuestro trabajo; pero sobretodo lograr el dinero para poder pagar(nos) nuestro trabajo.

Porque sí, así es como logramos los trabajadores del teatro interdependiente, pagar a todos los profesionales que he mencionado (mencioné solo 14, de fijo me faltan más, como el dramaturgo a quien hay que pagarle sus derechos de autor) para una sola producción.

E) Cierre. Luego de pasar por las etapas anteriores, viene la etapa del Cierre. Una etapa que por ser la última no deja de ser importante. Aquí, en Raíz Teatro, debo (porque como Directora General soy la encargada): cerrar caja, pagarle a todo el equipo (más de 14 profesionales), pagar el espacio que alquilamos, pagar la publicidad. También debo(mos) lavar el vestuario, reparar la escenografía/utilería/vestuario que se haya dañado, devolver escenografía/utilería/vestuario que nos hayan prestado, recibir facturas, dar facturas, enviar agradecimientos a quienes nos colaboraron de alguna forma; entre otras muchas actividades que quizá se me escapen.

Aquí, hago la última pausa porque cada una de las actividades que acabo de mencionar, requieren de un profesional en el área para lograr los objetivos. Estos profesionales son:

  1. Profesional en Contabilidad
  2. Profesional en Administración

Y así, de manera muy general y básica, hago un recorrido por la cantidad de profesionales involucrados en un solo proyecto escénico de Raíz Teatro (y que estoy casi segura deberían ser los mismos para mis colegas de otras agrupaciones). Más de 16 profesionales que se les debe pagar por su trabajo.

Y entonces la gente se pregunta: ¿Por qué pagamos por un boleto de entrada para ir al teatro?

Les dejo datos y números rápidos:

Nosotros los profesionales de las artes escénicas (actores y directores) ni siquiera salimos como profesión en el Servicio Civil o en la lista de “Salarios Base” del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) de Costa Rica. Todos en Raíz Teatro, tenemos mínimo el Bachillerato en Artes Dramáticas y existimos muchos con Licenciatura y Maestría. ¿Cómo calculamos nuestro salario? Bueno, usemos el salario base que dice el MTSS para un Bachiller: ¢553,000 por mes.

Algunos de los otros profesionales mencionados en esta nota sí cuentan con un salario base defendido por una ley (o colegio profesional), que bueno, varía considerablemente de profesional a profesional, pero digamos que ronde parecido al bachillerato antes mencionado.

Si el equipo total que trabajó para el proyecto fuimos, digamos, 18 personas; el dinero que necesitaríamos sólo para pagar salarios de los profesionales sería alrededor de ¢9,950,000

Digamos, que para una producción de pequeño formato, como las que hace Raíz Teatro, se van alrededor de ¢5,000,000. Pago de profesionales más producción, suman alrededor de ¢14,950,000

Cada día, hay menos espacios (teatros) para presentarse; así que hay que buscar otras opciones. Y como hay pocas, cada quien cobra lo que le da la gana por el alquiler. Pero digamos que para una producción de Raíz Teatro se paga por 6 noches de función alrededor de ¢700,000

Un gran/loco y muy muy general cálculo general de ¢15,650,000 por producción.

Casi 16 millones
Casi 16 millones de colones
16 millones

Si tenemos suerte y encontramos un espacio (“teatro”) que al menos le quepan 40 butacas (sillas) y que cada persona pague entre 5000-7000 colones por entrada y que SE LLENE CADA NOCHE (es decir, que vendamos todas las entradas); haciendo el cálculo con un promedio de ¢6000 por entrada, por noche; tenemos una “ganancia” de ¢240000. Por las 6 noches, una ganancia de ¢1,440,000; para pagar el trabajo de casi 18 profesionales que trabajaron por alrededor de 6-9 meses.


¡Ah!, Y ahora debemos cobrar el 13% del IVA

M. Ed. Katherine LaPey Peytrequín Gómez
Directora General y Artística Raíz Teatro


La pandemia del sector cultura

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