miércoles, 25 de noviembre de 2020

Sorella Morte de Raíz Teatro

 



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Estamos muy emocionadas porque estrenamos nuestra experiencia teatral 2020… y ¡de manera virtual! ¡Todo una experiencia nueva!

Este proceso de creación ha sido un camino lleno de emociones, es más: una montaña rusa de emociones. En un principio, el solo hecho de investigar y hablar sobre la muerte, nos puso en una posición de inquietud, de vulnerabilidad.

Luego vino el Covid19 y nos dijo:

Primero, “Alto, no pueden seguir con sus ensayos”.

Segundo, “Traigo muerte, mucha muerte”.

Dejamos el proceso por unos meses. El estreno, estaba para junio 2020. No pudimos estrenar. El Covid19 seguía y con más fuerza. Pausa.

¡Ya no pudimos más! ¡Tenemos que seguir creando, creyendo en nuestro trabajo para seguir creciendo en medio de esta etapa catastrófica para la humanidad! Así que, retomamos nuestro trabajo, y aquí estamos: ¡a punto de dar tercera llamada!

Nuevamente, nos lanzamos a escribir nuestra propia dramaturgia. Esta vez, la dramaturgia está a tres voces: Janil Johnson, Valeria Méndez y Katherine LaPey Peytrequín son las creadoras del texto Sorella Morte.

Sorella Morte, título inspirado en Francisco de Asís, nos recuerda que la muerte es una hermana más en medio de toda la creación. Sorella Morte nos recuerda que la muerte es parte fundamental del ciclo de la vida y que debemos hablar sobre ella, que debemos reflexionar sobre ella y sobre todo, que no la debemos ignorar o evadir.

Sorella Morte nos viene a recordar también que la muerte no es solo dolor, tristeza y reclamos. Sorella Morte nos viene a recordar lo esencial de la hermana muerte.

El Covid19 no nos detuvo; al contrario, nos vino a recordar lo esencial sobre el tema de nuestro espectáculo 2020: la muerte. Días de incertidumbre, de encierro, de distancia, de muerte y Raíz Teatro estrena su experiencia teatral 2020 de manera virtual. Con este espectáculo, compartimos con nuestro querido público, a través de un texto rico en imágenes, sensaciones e ironías; situaciones cotidianas relacionadas con la muerte que nos invitan a reflexionar sobre la importancia de ella (la muerte) en nuestro ciclo de vida”.

Bienvenidas y Bienvenidos a este nuevo viaje donde queremos, a través de nuestro texto y nuestro equipo creativo, compartir miedos y esperanzas relacionadas con la muerte. Nuestro propósito es generar conciencia sobre una etapa tan natural de nuestra vida.

Debido a la pandemia, que no nos deja presentarnos de manera presencial, Sorella Morte será, por el momento, una experiencia teatral-virtual. Se presentará en 3 partes, la I Parte será del 29 noviembre al 04 de diciembre 2020. Sí, así como lo lee: durante 6 días usted podrá disfrutar la experiencia a través de dos plataformas digitales: Youtube y Whatsapp de manera asincrónica; es decir, usted lo verá/escuchará cuando guste durante esos días que estará disponible.

El pase general tendrá un costo de ¢4.490 (cuatro mil cuatrocientos noventa colones exactos) y se podrá adquirir a través de sinpe móvil (89736624) o depósito bancario.

Toda la información se puede solicitar en raizteatro@gmail.com, Facebook e Instagram: Raíz Teatro o whatsapp/llamada a los teléfonos (506)8973 6624 y (506)8375 5894.


EQUIPO ARTÍSTICO PARA ESTA PRODUCCIÓN

Dirección General, Artística y Asesoría Dramatúrgica: Katherine LaPey Peytrequín Gómez

Dramaturgia: Janil Johnson, Katherine LaPey Peytrequín Gómez y Valeria Méndez

Intérpretes: Janil Johnson, Katherine LaPey Peytrequín Gómez y Yingry Rodríguez

Dirección de trabajos audiovisuales: Janil Johnson, Katherine LaPey Peytrequín Gómez y Yingry Rodríguez

Fotografía: Silvia Leal Acuña

Edición de video: Daniel Morales

Música: https://www.bensound.com/royalty-free-music

Producción general: Raíz Teatro

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Mi experiencia en el emprendimiento de una agrupación de teatro independiente Las Verbenas

 


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Por Guadalupe Apú Hidalgo



Para poder escribir sobre el tema, debo iniciar por un lugar íntimo, mi formación y visión del mundo teatral en distintos momentos de la vida. Yo soy de las que desde pequeña decía: cuando sea grande voy a ser actriz. Mi mamá siempre me metía en cursos de ballet, teatro, algún instrumento y yo era inmensamente feliz, además a partir de mi segundo grado de primaria ingresé al maravilloso mundo del Conservatorio de Castella. Ya no solo llevaba cursos en vacaciones y los fines de semana, sino que todos los días tenía una nueva experiencia que amaba.

En undécimo año no fue difícil elegir carrera, ni tampoco universidad. Recuerdo decir, en alguna de esas preguntas de entrevista, de cómo veo en cinco años y la respuesta fue: Trabajando como periodista entre semana y dando funciones de teatro los fines de semana. Pensaba que era algo en encadenamiento: kínder, primaria, secundaria, universidad, trabajo; lo daba por sentado. Por supuesto, desconocía la magnitud del espacio entre universidad y trabajo, pero en lo que fui más ilusa, fue en pensar que la gente que salía en las películas, obras de teatro, series de televisión y comerciales eran las personas preparadas en actuación.

Al salir de la universidad hice, hago, gran cantidad de audiciones y castings, desde mis diez años esas palabras están en mi vocabulario. A la vez que estudié Artes Escénicas llevé otras carreras, y trabajé en otras cosas más cercanas a la comunicación. Al teatro no lo abandoné, pero hacía lo que yo creía que era lo único que podía hacer: esperar que me llamaran, acercarme a academias, al teatro comunitario y seguir haciendo audiciones, castings. No solo eso, le escribí a muchas agrupaciones, directoras y directores en donde básicamente me les ofrecí, sí lo hice, pensaba “si no me conocen cómo me van a contratar”, debía aunque sea presentarme. Fue muy fuerte terminar la carrera y preguntame ¿y ahora?

Llegó un momento en mi vida en donde logré alguna estabilidad económica que buscaba empedernida dentro de las artes escénicas. Y ya ahí la siguiente pregunta fue ¿cómo hago para producir, actuar, dirigir, escribir…? ya me había ofrecido, ya lo había intentado con unos amigos de la universidad, y esperar que me llamaran se estaba haciendo eterno. Ese fue el momento de emprender. Ya estaba decida, me estaban diseñando un logo, pero mientras eso estaba pasando, una vez más que me encontré en un camerino con diez mujeres más, todas con un perfil parecido al mío, audicionábamos; solo una iba a tener el papel y conversaba con Martha Arrieta de lo cansado emocionalmente que son esos procesos. Ahí nos dimos cuenta que estábamos deseosas de emprender, luego de una o dos reuniones decidimos unir fuerzas. Así nació Las Verbenas en marzo de 2019.

Actualmente Las Verbenas está bajo mi dirección y trabajamos por proyectos con distintos artistas. Apenas tenemos un año, el año con más aprendizaje en cuanto a gestión y producción teatral en el país. Tenemos varios proyectos escénicos montados y siento que lo vamos haciendo bien, asentando bases, con muchas ganas de seguir aprendiendo y unir fuerzas con más personas. Además, tenemos un eje de investigación, algo que quería hacer desde que era estudiante, pero no me atrevía. Diría que la base de todo es tener ideas, atreverse y hacerlas realidad. Pero, una tarea aún sin resolver como directora de una agrupación es el parte económica, no es autosostenible. Desconozco si las demás agrupaciones de teatro en Costa Rica lo son o no, si el pago a todo el equipo es siempre justo, si todos los gastos son recuperados o si tienen ganancias para luego invertir. Hasta el momento trabajo en otras áreas y ahorro para invertir en mi emprendimiento y así poder hacer lo que amo.

También he aprendido que es cierto que se buscan más habilidades blandas con las personas que se trabaja que cualquier otra cosa. Nadie quiere trabajar con a una persona especialista con una pésima actitud o irresponsable. Por eso trabajar con amigos es bueno, pero con amigos que cumplan en sus trabajos. Pienso que la Universidad de Costa Rica fomenta más - que la Universidad Nacional - ese ambiente de propiciar más la vinculación entre semejantes y la autogestión. Trabajar para el sector cultura no es fácil ni estable, es un mundo muy competitivo, mayormente mal pagado y menos preciado. Opino que las personas artistas tenemos algo de masoquistas, hay algún placer ser persistentes y pasar penurias para conseguir lo que se quiere. Así seguimos trabajando y adecuándonos a este inolvidable 2020 y para el futuro de Las Verbenas.


miércoles, 11 de noviembre de 2020

Narración escénica libre… VIRTUAL

 


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Me han preguntado si tengo un libro con los cuentos que narro o algún otro recurso donde puedan ser leídos. Lo que sucede es que -así como disfruto de escribir prosa y poesía, y las llevo de vez en cuando a la oralidad-, la mayoría de las historias que invento son para ser contadas con la voz y no con tinta, escuchadas, observadas, vividas desde el cuerpo. Son historias que se reconstruyen cada vez que encuentran la atención de alguien. Se puede ir según lo ensayado, de pronto, se atina en la mirada o en la sonrisa de algún espectador, un elemento que no había sido contemplado; entonces, nuestra historia ahora tiene un nuevo brillo, sombra, soledad o atardecer. O bien, en esa parte triste del niño que despierta llorando por sus pesadillas, todos nos volvemos pequeños angustiados, víctimas del subconsciente, y de esta forma, nuestro personaje se fortalece… Lo digo desde mi experiencia, pues hay muchísimas maneras de vivir la narración oral.

Desde hace tiempos, me surgió la ilusión de crear un grupo de narración oral escénica en Desamparados (el cantón donde vivo), para compartir las gracias de este arte con personas que quisieran comunicarse, acercarse a otros a través de la creación e interpretación de historias. En agosto, como proyecto seleccionado en el programa “Becas Creativas” del Ministerio de Cultura y Juventud, nació NaELi (Narración Escénica Libre). El proyecto consiste en la creación de un grupo de narración integrado, principalmente, por personas mayores de cincuenta años y menores de veinticinco, con el fin de propiciar la convivencia e intercambio de experiencias entre personas alejadas por la edad. Trabajamos mediante sesiones virtuales semanales vía “zoom”, donde desarrollamos talleres sobre creación e interpretación de historias.

Cuando pensé por primera vez en el proyecto, no me pasó por la mente desarrollarlo de manera virtual, y por eso, en parte, lo había postergado, ya que, normalmente (antes de la pandemia y la cuarentena), invierto de tres a cuatro horas al día en trasladarme a mis sitios de labor; suelo disponer de muy poco tiempo “libre”. Mas ante la obligación de desempeñar nuestras actividades desde el hogar, mi horario se flexibilizó y he podido dedicarme a este gran reto. Curiosamente, casi todas las personas que participan en NaELi, tenían pensado integrarse este año a algún grupo o proyecto artístico. Algunos para darle continuidad a su experiencia en las artes escénicas, y otros, para incursionar en ellas. Planes, evidentemente, frustrados la COVID-19. Por eso, al enterarse del proyecto NaELi, decidieron apuntarse, aunque muchos no tenían idea de cómo funcionaba “zoom”, Doña Mari no sabía grabar videos con el teléfono, pero nos manda audios con sus emotivas historias, doña Grettel me manda fotos de todo lo que escribe a mano, dedicadamente, en su cuaderno. Yo solo había usado “zoom” para recibir clases magistrales en las cuales se escucha al profesor y se intercambia tan solo algunas preguntas, pero quise lanzarme y probar.

Hasta la fecha, hemos podido aprender y crear interesantes historias en equipo, material valioso cargado de emociones y experiencias con las cuales nos identificamos todos. Sin embargo, innegablemente la virtualidad está llena de limitaciones y retos. Por ejemplo, todo lo que podemos hacer con nuestro cuerpo se reduce al “cuadrito de la cámara”, de esta forma, tenemos el sol en una ceja y el suelo debajo de la barbilla; si queremos mandar un abrazo, debemos hacerlo con los codos pegados al pecho y abriendo las manos, porque nuestros brazos extendidos no caben en una pantalla electrónica. La vocalización y expresión facial, que tanto hay que trabajar, debemos cuidarlas aún más, pues no todos contamos con la calidad óptima de audio y video. Y ni qué decir de la conexión a internet. ¡Todos sudamos frío cuando aparece en la pantalla “conexión inestable”! La gracia de un ejercicio o presentación de narración puede desvanecerse con solo perderse unos segundos de audio y/o video, y eso, cuando la conexión no se cae por completo. Por otro lado, cuando se trabaja en equipo en un “escenario”, es fundamental el contacto físico con los otros, si no es directo, por lo menos sentir la energía del cuerpo del compañero… A todo esto hemos tenido que adaptarnos para poder compartir un espacio de arte, de empatía, acompañamiento, creatividad. Un espacio de vida. Admiro y agradezco inmensamente el entusiasmo de las personas que forman NaELi: doña Carmen, que pidió permiso en su trabajo para conectarse a las reuniones; Daniela, que llega del trabajo apenitas para la sesión; David, que nos acompaña desde San Cristóbal de Desamparados, allá en los distritos del sur. Juanca, Gaudy, Heidy, Christian, Angélica… los amigos artistas que han facilitado talleres, todos aportando su corazón. Muero de ganas porque podamos reunirnos en persona y trabajar con la riqueza del contacto físico, mas por ahora, solo nos queda aprovechar la cercanía que nos permiten las historias, aunque sea a través de una pantalla.

Adela Chacón Rodríguez

Estudiante de medicina y narradora oral

miércoles, 4 de noviembre de 2020

El teatro en Pandemia.

 




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A lo largo de la existencia, el teatro ha sido una herramienta de arte que ha funcionado de manera presencial, sin embargo, las circunstancias actuales nos han privado de esta forma de convivio. Uno de los aspectos más importantes del teatro y que lo definen es esa relación que se crea entre el intérprete y el público gracias al estímulo físico de ese espacio/tiempo. Por otro lado, en este 2020 el mundo entero ha entrado en una crisis sanitaria que no nos permite entrar en contacto físico con otro. Por ende, esto limita al teatro y a la esencia de su arte. La esencia del compartir con otros seres en un mismo espacio/tiempo. Frente a esta problemática nos podemos preguntar ¿Cómo era el teatro presencial y cómo este se ha adaptado durante la pandemia?

La importancia de la presencia en el teatro.

En el teatro estamos acostumbrados a la presencia del otro y a percibir su energía. A percibir el olor de las personas, del escenario, y todos los estímulos sensoriales del espacio. El teatro en sus métodos de creación parte de las improvisaciones, de juegos con otras personas y objetos. Este nos permite ver una totalidad y tener una reacción sensorial a lo que percibimos en nuestro presente, sabiendo que ese momento nunca se va a repetir. Que ese momento es único e inigualable, así como la experiencia de la vida misma. A pesar de que hayan mil ensayos, siempre se encuentran aspectos nuevos para mejorar o cambiar en las escena. Así, cuando llega el momento del estreno y de las funciones, también se descubren cosas nuevas. La experiencia de tener cerca a otro ser humano, viendo y sintiendo como modifica su cuerpo/mente al actuar, es lo que nos conecta con nuestras emociones. Nos comunica aún más que el mensaje en sí de la obra, ya que nos hace reflexionar sobre como posicionamos en el mundo, nuestra perspectiva como ser humanos ante la vida.

Sin embargo, todos estos aspectos sobre la presencialidad se ven afectados por la crisis actual. Pero el teatro debe buscar otras estrategias para continuar.

El teatro adaptándose en un mundo en cuarentena.

La pandemia ha generado ensayos virtuales, dónde se trabaja con el estímulo visual del otro. Creando movimientos e imágenes, relacionados a una pantalla y a lo que los demás pueden ver. Se busca un lenguaje audiovisual, que normalmente no se usa cuando se trabaja en el teatro presencial. Aquí solo vemos una parte del actor, limitado por el ángulo en donde posiciona su cámara y la escenografía es su propio hogar, adaptándose de la mejor manera posible, a un espacio imaginario. Además, la comunicación no es totalmente apropiada, ya sea por fallos en la conexión o porque se dificulta escuchar a las personas cuando no están cerca de su micrófono.

Al iniciar este año tenía bastantes proyectos nuevos, procesos en el teatro que me emocionaban muchísimo. Procesos que estaban en desarrollo y otros terminando. Pero al iniciar esta virtualidad todo se vio afectado. Desde el principio dudé mucho si el hecho de hacer teatro de forma “virtual” continuaría siendo teatro, y todavía me lo pregunto. He creado momentos en los que conecto conmigo misma, qué he sentido algo a través de la pantalla, pero no siento el convivio que sentía y el calor de las personas cuando estaban al frente mío como lo sentía antes. Los ensayos cambiaron y la manera de adaptarnos a esto es muy distinta para todos. Pero algo de lo que estoy segura es que a pesar de que no sea lo mismo seguimos luchando para que no desaparezca, para que regresen esos proyectos y sueños por realizar.

Seguimos aprendiendo cómo podemos transformar el arte y compartirlo con el mundo de muchísimas maneras que no sabíamos que eran posibles. La virtualidad me ha enseñado que si amamos algo y nos apasiona de verdad, no lo vamos a soltar, vamos a continuar trabajándolo. Que si necesitamos una pausa para escuchar nuestra voz, está bien tomarla. Sentirnos y escucharnos, y así vamos a ir adaptándonos a nuestro propio ritmo.

En conclusión, el teatro para mi es la vida misma, es la representación de todas las cosas que nos hacen sentir vivos y con ganas de perseguir ese sentimiento. La reflexión y transformación que puede generar en el mundo es lo que me llena el alma de alegría al saber que este arte nunca va a desaparecer. Ya que nunca vamos a parar de hacerlo, de sentirlo y de vivirlo. Por otro lado, tomando en cuenta este contexto, ¿Hasta qué punto el hecho de transformar el teatro a una modalidad virtual nos permite seguir considerándolo como teatro o más bien como algo totalmente diferente?

Sofía Paniagua

Estudiante Artes Dramáticas, Universidad de Costa Rica

La pandemia del sector cultura

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