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El
Teatro del Sol es una espacio que se da dentro de
la
Escuela de Artes Dramáticas (EAD)
de la Universidad de Costa Rica (UCR)
para
que
dirijan, produzcan, actúen, diseñen, etc. Es una gran oportunidad
no sólo para explorar diferentes técnicas, ideas, sino también
para conocer y trabajar con otros compañeros de la misma Escuela.
En
el Teatro del Sol, se
establecen vínculos afectivos y
laborales
(que
en muchos casos serán para formar agrupaciones en el futuro).
Se
establecen equipos
de trabajo sólidos y sin duda, genera
una gran experiencia para trabajar y tener noción de lo que
realmente cuesta e implica trabajar en nuestra amadísima profesión.
Cuando
yo entre a la EAD,
año 2003, no existía el actual edificio fuera
del Campus Rodrigo Facio. Teníamos
un espacio realmente limitado (arriba
de las oficinas del Semanario Universitario)
para los estudiantes, era
un milagro:
acomodar horarios, reservar
espacios
para ensayar
(el
aula 04 era lo mejor que se podía lograr).
Cuando
los estudiantes llevábamos puesta en escena, milagros ocurrían
porque
de que se ensayaba, se ensayaba. Y se sacaba la tarea.
Yo
estaba acostumbrada a ver teatro en
todos los Teatros de San José (al
Teatro Universitario (TU) de
la UCR, iba siempre que podía a los
estrenos, incluso
antes de entrar como estudiante):
Teatro Nacional, Teatro de La Aduana, Teatro de Bellas Artes, y las
múltiples salas en el centro de San José. Siempre creí que cuando
estudiara y me graduara todos actuaríamos en todos esas salas del
centro de San José. Que tendría la oportunidad de actuar con las
figuras veteranas que me encantaban, y con los jóvenes que estaban
por terminar la carrera, a quienes no conocía aún, pero ya los
admiraba.
Los
tiempos eran otros, éramos muchos menos estudiantes
en las aulas, y mi
paso por la escuela la recuerdo con mucho cariño y autocritica.
Conforme
pasan los años cada vez que tengo la oportunidad de actuar entiendo
muchas de las cosas que me repetían mis profesores, a veces hice el
click hasta años después, y eso me encanta.
Para
mí estudiar Artes Dramáticas ha sido de las decisiones mas
emocionantes de mi vida, y de las que nunca me arrepentiré. Empecé
actuando en puestas en Escena de los más “grandes” de la
Escuela, era un gran honor y no cabía de la emoción porque muchos
de ellos eran aquellos a quienes ya había visto actuar y admiraba,
era mucho con demasiado.
Tampoco
tenía idea de los concursos internos que se hacían en la EAD,
cuando me hablaron por primera vez del Teatro del Sol (por
que habría una audición),
no tenia idea del alcance que pudiera tener. No recuerdo con
exactitud en qué año fue mi primera experiencia, pero sé que la
pasé muy tuanis, siempre aprendiendo de los demás, y conociendo
cómo se hace teatro desde las perspectiva de los estudiantes. Me
faltaba tanto por conocer. Y es que este oficio es así, nunca se
termina de aprender, la escuela, la calle, la cultura, los
influencias, la dramaturgia, la tecnología, en constante cambio y
crecimiento.
Uno
de los Montajes en los que participé que me marcaron fue Pluma
y la Tempestad, dirigida por
Fernando Bolaños, mi trabajo consistía en hacer boletaría, luego
tramoya y luego manejar unas proyecciones. Ni sé cómo entré ahí,
pero fue una experiencia tan interesante. Y entendí que el quehacer
teatral, o el estudiar Artes Dramáticas, no era sólo actuar,
también estar en la trasescena. Ese
“estar en alerta” dispuesta y disponible, tener muy claro cuáles
serían mis tareas, aunque nadie viera mi trabajo, yo estaba ahí al
servicio del montaje, de los compañeros. Entendiendo y aprendiendo
sobre cómo moverme en la tras escena, y sobre cómo no “pelármela”
con las proyecciones, cosa que me pasó una que otra vez…(me ponía
muy nerviosa)
Amé
el montaje, cada noche que lo veía, cada actor y actriz en escena,
no podía estar más enamorada y agradecida. Además que era muy
dinámico, tenía muchas escenas y era un elenco muy grande. Y no
podía entender aún cómo hacían para manejar a un elenco tan
grande.
Otro
montaje que disfruté muchísimo fue El
Hobbit, dirigido por Luis Diego Ureña,
un montaje de fantasía, proyectando paisajes e imágenes diseñados
específicamente para el mismo, además:
actores, actrices y títeres (muchos
títeres), música
en vivo y
narración en
vivo. En este sí
tuve la oportunidad de entrar desde el inicio del proceso creativo,
éramos un elenco enorme y por primera vez tuve la experiencia de
estar en camerinos con otros, muchos compañeros de la Escuela, a
quienes ya conocía pero nunca había tenido tanto contacto con ellos
y ellas.
Lo
que rescato además de ser un montaje espectacular y divertido, es el
gran trabajo en equipo que se hizo, no había alguien mas o menos que
otro, y creo que por eso entre otras características, fue una gran
dirección. Se
mantuvo un buen ambiente en los ensayos, en los talleres de
confección de los títeres, en los camerinos, en las funciones y
sobretodo con el público que siempre, siempre nos mantuvo activos
durante la temporada. Tuvimos
además un gira fuera del área metropolitana,
¡mi primera
gira!
Definitivamente fue un montaje para recordar toda la vida.
De
ahí, puedo decir con certeza que salieron amistades hermosas, con
las que aún tantos años después, tengo contacto y compartimos
muchos momentos de la vida. Además, gracias a esta gira realizada,
descubrí que con el teatro podemos llegar a cualquier lugar, que
siempre es posible adaptarnos, y sobretodo la importancia de expandir
nuestro quehacer fuera de San José (y
en algunos casos, fuera de nuestro país).
Siempre trabajando en equipo.
Gracias
a este espacio
del Teatro del Sol,
entendí que el Teatro, el teatro en el que me gusta participar, no
es para personas divas, que se sientan y esperan que todo esté
resuelto. Muy al contrario, se fortalece desde el nacimiento de la
idea gracias al trabajo en equipo, a la escucha entre nosostres
mismes, un espacio para que se proponga, aprender,
nos enamoremos, para generar vínculos, y donde la comunicación sea
siempre posible.
Obviamente
no todo es color de rosa, habrán roces o químicas que no se den,
pero en el entendido de que todes estamos trabajando bajo un mismo
fin. Donde cuidando
y respetando a cada miembro que está en escena, en la tras escena,
en la parte técnica, la utilería, el vestuario, la escenografía y
todo lo que nos complete ese mundo que queremos mostrar, se pueden
lograr grandes cosas, no solo para los que estamos dentro de ese
mundo creado sino y muy importantemente para nuestro público.
Si
hay algo que me ha marcado a mí en la vida es: El Hacer Teatro.
Saber lo que
implica, lo que cuesta, lo que llena, lo que deja, el tiempo y
dedicación que conlleva, la incomprensión que debemos aguantar en
algunos casos. ¿Qué es lo que vale? Seguir haciéndolo, bajo los
principios que cada equipo de trabajo decida seguir, y permitiendo el
crecimiento y apoyo entre nosotros mismos. Dando espacio y
oportunidades, y sobretodo respetando nuestro quehacer, respeto,
respeto y más respeto.
Esto
lo experimenté siendo aun muy “Chiquilla” en la escuela
de teatro y es
algo que lo llevo siempre conmigo: estar dispuesta y disponible cada
vez que asumo una nueva tarea. Y justo ahora que tenemos tantas
limitaciones con la problemática sanitaria y socioeconómica
confirmo aún más la importancia de nuestro trabajo, la función
social que nos mueve y que nosotros sabemos y la conocemos. Ahora con
más recelo, pero siempre con el corazón y con la auto comprensión
que nos merecemos, con la misma ilusión que sentimos desde el primer
día de clases. Creyendo en esta profesión, creyendo que llegamos a
ella por alguna razón, lo más hermoso de esto, es lo que podemos ir
descubriendo en el camino, hay gente que no lo entendería ¿y
eso qué? Por ahora, rescatar y defender nuestros espacios, no
dejarlos cerrar, no desistir.
El
Teatro ha resistido, resiste y resistirá. El Teatro del Sol, ha sido
una gran escuela dentro de la misma Escuela de
Artes Dramáticas, y esa apertura a sus
estudiantes es lo que ha logrado que sea un espacio tan respetado por
todos, tan prolífero en su trayectoria. Gracias por defenderlo, por
gestionarlo, y aunque por ahora descanse, gracias de antemano por
tomarlo con más fuerza y más posibilidades para quienes han
decidido seguir este camino, no importa qué… al fin de cuentas,
“Somos de los mismos” y estamos en esto juntos resistiendo.
¡Larga
Vida al Teatro del Sol, larga vida a la Escuela de Artes Dramáticas,
Infinita Vida al Teatro en Costa Rica!
Amén
(con y sin tilde)
Abrazos
y muchas fuerza.
María
Antillón M.
Actríz