miércoles, 19 de mayo de 2021

Premios Oscar, Emmy, Grammy… ¿Les suena?

 



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Premios Oscar, Emmy, Grammy… ¿Les suena? Posiblemente su respuesta sea afirmativa. Gran parte de la población costarricense conoce de estos premios, los ha visto por televisión, y hasta ha hecho sus apuestas de quién ganará. Pero si le consulto sobre los Premios Nacionales de Cultura, ¿sabe de qué tratan?

Pues yo debo confesar que desconocía de estos premios, y quizás solo me sonaba familiar el “premio Magón”. Sin embargo, recientemente una amiga me compartió algunos artículos y documentos que tratan sobre los Premios Nacionales de Cultura, y gracias a ello logré aprender sobre los mismos. Seguidamente, comparto algunos detalles generales, que quizás le sean de interés.

Los premios nacionales de cultura los otorga el Estado costarricense mediante el Ministerio de Cultura y Juventud. Actualmente existen ocho categorías que premian los aportes realizados en el ámbito cultural de nuestro país, como por ejemplo: el periodismo, la rama de las ciencias sociales, los proyectos culturales, la literatura, el teatro, la música, la danza, las artes visuales y audiovisuales, entre otros.

Estos premios se entregan de forma anual, las postulaciones las puede realizar cualquier persona física o jurídica, y los ganadores son seleccionados por un jurado conformado según lo estipula la Ley 9211, que trata sobre estos premios. Me llamó muchísimo la atención que cualquier persona puede presentar postulaciones; es decir, tanto usted o yo, podemos ser partícipes de este proceso. Por tanto, decidí buscar en Internet cómo se puede proceder con la postulación y me encontré en la página del Ministerio de Cultura y Juventud los formularios necesarios que deben llenarse de acuerdo con cada una de las categorías de los Premios Nacionales de Cultura.

Por ejemplo, para la categoría Premios Nacionales de Arte, donde podemos encontrar el Premio Nacional de Teatro Ricardo Fernández Guardia, está comparte el siguiente enlace:

https://tinyurl.com/m6zwm65

También, se puede realizar la postulación de forma presencial en las oficinas del Teatro Popular Melico Salazar, donde entregan la boleta respectiva para llenarse.

Revisando el formulario, la información solicitada corresponde a datos sobre la persona postulada y el espectáculo, la justificación de la postulación (muy importante), y los datos de la persona quien está postulando. Una vez completado lo anterior, se envía y así termina el proceso. Realmente me pareció bastante ágil y accesible los pasos a seguir para la realización de las postulaciones, y me agrada que el Ministerio de Cultura y Juventud facilite desde su página de Internet toda esta información sobre los Premios Nacionales de Cultura.

Finalmente, les comparto que este 2021, el período para la recepción de postulaciones termina el 30 de noviembre. Ojalá que esta información le haya parecido interesante, así como lo fue para mí. Ahora, además de saber sobre algunos premios internacionales, conozco sobre los Premios Nacionales de Cultura otorgados en mi querida Costa Rica.



Silvia Leal Acuña

Administradora de Empresas

Fotógrafa aficionada


miércoles, 12 de mayo de 2021

Renacer del caos

 


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Por María Laura Fernández

(Teóloga, educadora y estudiante de imagenología médica)


Hace unos días escuché un audio muy tierno de un pequeño niño. Al preguntarle por lo que se vive actualmente con todo lo de la pandemia, el niño responde con palabras casi ininteligibles una frase que probablemente escuchó en alguna noticia: “caos absoluto y pánico generalizado”.

Efectivamente, el virus ha generado caos en todos los ámbitos y ha cambiado radicalmente la manera de realizar nuestras actividades diarias. Sin embargo, resulta curioso fijarse en la etimología de la palabra caos: a pesar de las connotaciones negativas que se le suelen adjudicar, el vocablo griego Χάος en realidad se relaciona con la noción de abertura o estar abierto. Ciertamente, muchos relatos cosmogónicos de diferentes tradiciones utilizan el concepto para referirse a un estado primigenio de desorden (antes de que todo comenzara a ordenarse para dar origen al mundo que conocemos). Sin embargo, lo fundamental del caos no es el “desorden” en sí, sino las infinitas posibilidades de movimiento y cambio que se abren como consecuencia suya.

En ese sentido, resulta evidente que el caos de la pandemia también ha puesto en movimiento numerosos cambios en todos los ámbitos de la vida humana. La educación, por ejemplo, ha tenido que adaptarse a la nueva realidad del distanciamiento social y se ha necesitado mucha creatividad e innovación para poder seguir acompañando los procesos de aprendizaje. Varias veces he comentado con compañeros y amigos profesores que una de las mayores ventajas de la pandemia es que los educadores nos hemos tenido que actualizar en tiempo récord y hemos aprendido a utilizar muchas herramientas digitales (que, de no ser por esta situación, probablemente hubiéramos tardado años en capacitaciones para lograr dominarlas).

Y este es un fenómeno que también ha alcanzado al teatro. Una posibilidad habría sido sumirse en el “caos absoluto” por las dificultades para realizar funciones presenciales y el “pánico generalizado” por los múltiples retos que esto supone para el gremio. Pero ese no es el camino que se ha tomado… O, al menos, ese no es el camino que Raíz Teatro ha decidido tomar.

Sinceramente, me encantó la propuesta teatral que nos ofrecieron con el proyecto de Sorella Morte. Raíz Teatro siempre se ha caracterizado por innovar y buscar nuevas formas de alcanzar distintos tipos de público (como cuando se realizan presentaciones en casas o pequeños espacios de zonas rurales). Y ahora, con la pandemia, nos sorprendieron con esta propuesta tan creativa de permitirnos disfrutar un espectáculo a través de videos, mensajes de WhatsApp y correos electrónicos. Todo me fascinó: no sólo las imágenes, las actuaciones y los textos, sino también la gran creatividad de llevar el teatro al ámbito personal de los espectadores. Así, cada quien interactúa con la obra en los momentos del día que le resulten más convenientes y, además, esto se presta para que la reflexión/profundización de los temas alcance niveles nunca antes imaginados.

Por todo lo anterior, considero que lo que ha vivido el teatro con la pandemia es justamente eso: una oportunidad para renacer del caos. Lógicamente ha habido dificultades, miedos e incertidumbres en el proceso, pero todo ha sido para bien, pues nos ha abierto el horizonte a infinitas posibilidades de crecimiento y renovación.


miércoles, 5 de mayo de 2021

Premios y otras ficciones ¿necesarias?

 


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A Borges no le dieron el premio nobel de literatura, es cierto que recibió otros galardones como el Cervantes, pero el nobel, que goza de este imaginario de ser “el” premio en literatura, no. Claramente esto no es un argumento para dudar de la calidad narrativa de Borges, pero sirve para señalar un hecho más que conocido; que los premios no son infalibles, mejor aún, que no determinan nada irrefutable.

¿Y por qué seguimos entregando premios al quehacer artístico? Eso me pregunté cuando me propusieron ser jurado para los Premios Nacionales de Cultura que entrega, ya lo adivinaron, el Ministerio de Cultura, específicamente los premios del 2020 en literatura. Spoiler, al final acepté. Porque, creo yo, hay algo valioso en su existencia, no solo la de los premios que da el Ministerio de Cultura de nuestro país, sino los reconocimientos que se le da al arte en general a lo largo y ancho del mundo.

Dos argumentos a su favor y uno en contra.

1. Visibilizar el trabajo: quedemos claros, uno de los mayores retos que afrontan los artistas en el espacio actual es el de hacer llegar sus productos a los consumidores. Los motivos para esto son múltiples y complejos (saturación de propuestas, faltan medios eficaces de difusión, etc.) pero cualquier galardón que posea una obra puede ser una manera de hacer llamar la atención sobre ella, y en el contexto costarricense, donde se acostumbra a dudar de la calidad de cualquier cosa que sea hecha en “tiquicia”, esta puede ser un incentivo para su consumo.

2. Incentivo a los creadores: dedicarse al arte es complicado, no solo por los motivos económicos que todos podemos imaginar, sino también por la percepción social que se tiene de la figura del “artista”. Un premio puede ser el incentivo necesario para motivar a un creador a seguir con su trabajo o para alentar a uno que apenas esta comenzando, como el dramaturgo argentino Mauricio Kartun, que después de ganar un concurso de cuento en la escuela, comprendió que tenía un talento que jamás había visto en él mismo. Sumado a esto el incentivo económico que ofrecen muchos premios también pueden afianzar la posibilidad de que los creadores se mantengan, valga la redundancia, creando.

3. El argumento en contra es como el primo malvado del anterior: Puede hinchar los egos. Aunque usted no lo crea los premios pueden hiperbolizar la imagen que el artista maneja sobre si mismo. Cosa curiosa si tomamos en cuenta que: 1- no todos los grandes artistas han ganado premio. 2- no todos los que ganan premio son grandes artistas. 3- Que aunque uno vaya a todas las sodas del mercado central informando que uno ga “el Magón”, es probable que en ninguna le regalen un almuerzo.

Es que los premios son una ficción, y conste que no lo digo de manera despectiva porque la ficción es de mis cosas favoritas, ya que determinar la “calidad” o la “superioridad” de una expresión artística sobre otra va a partir de criterios que no todos compartan, por más objetivos que estos puedan llegar a ser, o que pueden llegar a cambiar con el tiempo. Y sin embargo hay un valor real en generar diálogo alrededor de las obras ¿o acaso no les parece interesante como todo mundo se convierte en cinéfilo cuando llega la temporada de los Oscar? Es que los premios pueden generar diálogo y comunidad.

Lo que me hace pensar en tres sugerencias para nuestros premios de cultura:

1- Incluir más categorías: El arte es un fenómeno que muta y se expande constantemente, por eso sumar categorías o subcategorías en algunas áreas pueden ayudarnos a llevar la mirada a manifestaciones más diversas. En el caso de literatura, una categoría de cuento infantil y otra de cuento infantil ilustrado, sería una maravilla para aquellos padres y madres de familia que quieran iniciar a sus hijos en literatura. También, contemplar la diferencia entre nuevos creadores y creadores de mayor trayectoria, ayudaría a incentivar a aquellos que vienen comenzando en su proceso de creación (que bien se sabe que es difícil arrancar). Quizá esto implique un menor monto económico para cada uno de los ganadores, pero podría resultar en un entorno de consumo cultural más dinámico.

2- Nominaciones: Para el entendido en cine, los Oscar son cualquier cosa menos un sinónimo de calidad, sin embargo, creo que pocos podrían argumentar que son uno de los eventos que más moviliza a las personas al cine. Está claro que esto se debe a la millonaria maquinaria de propaganda que tienen a su disposición, pero otro detalle que me parece efectivo y no tan costoso son las nominaciones en cada categoría previas a la nominación. Es normal que las personas corran a los cines para ver todas las películas nominadas y generen discusión y expectativas sobre sus posibles ganadoras. ¿Se imaginan a hacer lo mismo en teatro? Saber que cuando se nominan a varias obras la gente se sienta tentada a ir a las salas, ver cuál es el panorama para este año. Quizá obras que ya no están en cartelera, pero son nominadas; podrían hacer una temporada relámpago previa a la premiación.

3- Mediatización de la entrega: Cualquier persona que haya trabajado remotamente cerca del Ministerio de Cultura sabrá que ahí se trabaja con lo que se tiene, que generalmente no es mucho, y que ahora es menos. Pero también hay alternativas para logar una más amplia cobertura de los premios como transmisiones por vías digitales, alianzas con televisoras o canales de radio; que le den más difusión al evento. En fin, que algún día, en nuestros sueños de opio, la expectativa por una entrega de premios nacionales de cultura en Costa Rica, se acerque a la de un clásico de futbol.



Estefan Esquivel Valverde

Dramaturgo, Actor y Docente.


La pandemia del sector cultura

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