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Por:
Javier Monge. Director y actor.
En marzo del 2020, el COVID-19 atacaba con sus primeras armas a nuestro país. Para ese momento la pandemia era inminente. Lo que no hemos dimensionado todavía es cómo la pandemia empezó para el sector cultura hace tantos años. Y lo digo metafóricamente porque, como sector, nos estamos enfrentado a una emergencia cultural, desde hace mucho tiempo.
Esta emergencia no comenzó con el COVID-19. Durante esta coyuntura lo que hizo fue agudizarse, y lo peor es que se sigue agudizando en manos de una Ministra de Cultura que no tiene la fuerza para defender el presupuesto de la República ni tiene un norte claro con respecto a la política cultural de nuestro país.
Desde que en el año 2015, la entonces Ministra Elizabeth Fonseca y el titular del CPAC –Inti Picado– destruyeron el FIA, solo vimos la punta de lanza de lo que vendría después. La responsabilidad política de lo que ocurrió, desde el 2014 a este momento, le pertenece al Partido Acción Ciudadana y, hoy, es responsabilidad del gobierno de Rodrigo Chávez. También debo decir que es responsabilidad de las organizaciones culturales, los colectivos y todas aquellas personas que nos hemos quedado en el silencio, en algunos casos, o en la conformidad de tener un espacio en las mesas de diálogo con los gobiernos de turno.
Desde ese abril del 2015, han pasado muchas cosas, hemos perdido muchas cosas. Enumeraré algunas:
- El Festival Nacional e Internacional de las Artes: aunque se siguen organizando, quienes conocemos la magnitud de estos proyectos y entendemos el valor de los mismos, hemos notado la reducción sistemática de sus presupuestos. Además, es evidente la poca visión para otorgarles a estos festivales el realce que se merecen. Por este motivo ya no generan la misma expectativa. Hay enormes funcionarios y funcionaras luchando por hacer lo mejor, pero no tienen los recursos para poder devolvernos los festivales de nivel y la calidad que alguna vez gozamos.
- Enamorate de tu ciudad: este proyecto cultural fabuloso que sábado a sábado brindaba espacios de esparcimiento en San José murió entre denuncias sin fundamento del entonces presidente Luis Guillermo Solís, y sin que su administración mostrara capacidad o interés de generar alternativas.
- Encuentro Nacional de Teatro: a lo largo de más de diez ediciones, el Encuentro abrió espacios donde el sector profesional del teatro costarricense tenía la oportunidad de mostrar su trabajo, reflexionar sobre su propio quehacer y también de formarse junto a grandes profesionales del teatro. Lamentablemente, la pandemia fue la coyuntura utilizada para suspenderlo y, a hoy, no existen propuestas reales para tenerlo de vuelta.
- Festival de Danza Contemporánea: este festival permitía, durante una semana, apreciar el trabajo, no solo de los grandes intérpretes de la danza costarricense, sino también de grandes exponentes de la danza mundial. Este festival también fue víctima del COVID-19 y de la administración de Carlos Alvarado y Sylvie Durán, la ministra de turno.
- Concurso de Dramaturgia Inédita: tuvimos, como máximo, tres ediciones de este premio que fomentó el desarrollo de escritores y escritoras que recibían un incentivo económico por su labor, y que, al mismo tiempo, permitía visibilizar el trabajo de quienes escriben teatro, destacando reconocimientos a la dramaturgia infantil. Lamentablemente, este concurso tuvo el mismo desenlace del Encuentro Nacional de Teatro y el Festival de Danza.
Con esto ya enumeré varios proyectos. Decidí ponerle nombre a las personas responsables, desde mi óptica, de esta emergencia que vivimos en cultura, porque hoy por hoy, y a pesar de que la pandemia castigó al sector cultural de una manera atroz, las políticas públicas en materia cultural son cada vez más restrictivas y más limitantes. Las autoridades hablan de reactivación económica y de eliminar la tramitología, pero en las municipalidades, para un concurso, piden tener patente, a pesar de que existen votos de la Sala Constitucional sobre ese tema. Por otra parte, para las convocatorias del Museo Nacional todo un elenco debe cumplir con los requisitos establecidos, obviando que la figura del representante es la que sirve para eso.
Sumado a lo anterior, la política actual del gobierno de Rodrigo Chávez y su Ministra Nayuribe Guadamuz no es una promesa de un mejor futuro para el sector Cultura. Las amenazas están ahí y debemos evidenciarlas. Una Ministra que no pudo defender de manera adecuada el presupuesto de su Ministerio, que se conformó con lo que le autorizaron a tener y que no pudo tener la dignidad de presentar una moción para corregir lo que estaba ocurriendo es también una amenaza.
El sector Cultura se está quedando con poco y lo poco que aún existe se está quedando vacío. ¿Qué sucede en el Melico Salazar, donde un programa como PROARTES que brindaba más de 500 millones de colones en categorías de circulación, investigación, espacios culturales y producción hoy solo tiene unos 19 millones concentrados en una sola línea de apoyo? Y tras de eso, piden que las personas beneficiarias donen una función para el Encuentro de Teatro o el Festival de Danza. ¿No deberían más bien devolvernos estos festivales, o al menos, tener una propuesta alternativa y digna que le permita al sector crecer y brindar a la ciudadanía espectáculos para su crecimiento? En su lugar, lo que hacen es obligarnos a trabajar de gratis en ellos.
¿Qué pasa en la Compa de Teatro o la de Danza, en el Taller Nacional de Danza? ¿A dónde se fueron los presupuestos de estas instituciones para brindar opciones al sector? Sus instalaciones, en algunos casos, están en un estado lamentable y ni qué decir del Taller Nacional de Teatro que sigue errante sin que le permitan tener una sede fija o un espacio propio donde puedan realizar la formación teatral de tantas personas.
El sector Cultura debe despertar. A las organizaciones las invito a dejar las mesas de diálogo y a no conformarse con esos espacios que, al día de hoy, no están dando réditos. La ministra Guadamuz no demuestra capacidad para estar ahí y nos confirma, en su accionar, que cada reunión que sostenemos con ella es solamente una excusa para promocionar su gestión. Las personas debemos organizarnos, demandar en nuestras organizaciones posiciones más firmes y demandar en nosotros y nosotras mismas acciones más concretas. De nada sirve berrear desde una computadora. Podemos hablar, organizarnos y demandar acciones concretas. Necesitamos un Ministerio de Cultura para el sector y dirigido por personas capaces. Recuperemos los espacios perdidos y defendamos las instituciones que nos quedan porque, para cuando termine este gobierno, tal vez no tengamos nada.
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