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A mi parecer, este es un tema considerablemente complicado, porque si hay algo que comparten las diferentes artes es la subjetividad que encierran. ¿Cómo clasificamos los trabajos en buenos o malos, merecedores de buenas notas o premios? Desde que una decide formarse académicamente en un campo artístico como lo es el de las artes dramáticas choca con distintas paredes y comienza a comprender que el panorama es bastante complejo…
¿Alguna vez se han preguntado cómo es la evaluación de los procesos de aprendizaje en las artes? Como estudiante puedo decir que no es algo sencillo, a veces parece que las notas son resultados de subjetividades… No es lo mismo que en otras carreras dónde existe una fórmula para conseguir una única respuesta... Donde hay respuestas buenas y malas. Tal vez algo similar ocurre con los premios.
Y al igual que con las evaluaciones, ni los números ni los premios determinan el valor real de una persona artista, colectivo o grupo. Es decir, esto no hace a alguien menos que quienes han ganando alguno, porque estoy segura que existen muchos trabajos bien desarrollados y personas que probablemente han merecido ser galardonadas, pero que no llegan a serlo porque ni siquiera han sido postuladas por una cuestión de desconocimiento.
Sin embargo, no se puede negar que los premios son importantes porque ayudan a visibilizar la labor de quienes nos desenvolvemos en este medio, así como tampoco se debería de invisibilizar que la remuneración económica tiene un gran peso. Creo que hay que cuidar mucho el romantizar la idea de “premios” que no brindan incentivos económicos, porque caemos en lo mismo de siempre, en repetir estereotipos que perjudican al sector que se dedica al arte, porque entonces estamos reproduciendo la idea de que cuando se trabaja en el arte, se vive del aplauso… Y los aplausos no dan de comer ni pagan las cuentas.
Diana Chinchilla Álvarez
Estudiante de Artes Dramáticas
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