miércoles, 15 de septiembre de 2021

Somos de los mismos.

 


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El Teatro del Sol es una espacio que se da dentro de la Escuela de Artes Dramáticas (EAD) de la Universidad de Costa Rica (UCR) para que dirijan, produzcan, actúen, diseñen, etc. Es una gran oportunidad no sólo para explorar diferentes técnicas, ideas, sino también para conocer y trabajar con otros compañeros de la misma Escuela.

En el Teatro del Sol, se establecen vínculos afectivos y laborales (que en muchos casos serán para formar agrupaciones en el futuro). Se establecen equipos de trabajo sólidos y sin duda, genera una gran experiencia para trabajar y tener noción de lo que realmente cuesta e implica trabajar en nuestra amadísima profesión.

Cuando yo entre a la EAD, año 2003, no existía el actual edificio fuera del Campus Rodrigo Facio. Teníamos un espacio realmente limitado (arriba de las oficinas del Semanario Universitario) para los estudiantes, era un milagro: acomodar horarios, reservar espacios para ensayar (el aula 04 era lo mejor que se podía lograr). Cuando los estudiantes llevábamos puesta en escena, milagros ocurrían porque de que se ensayaba, se ensayaba. Y se sacaba la tarea.

Yo estaba acostumbrada a ver teatro en todos los Teatros de San José (al Teatro Universitario (TU) de la UCR, iba siempre que podía a los estrenos, incluso antes de entrar como estudiante): Teatro Nacional, Teatro de La Aduana, Teatro de Bellas Artes, y las múltiples salas en el centro de San José. Siempre creí que cuando estudiara y me graduara todos actuaríamos en todos esas salas del centro de San José. Que tendría la oportunidad de actuar con las figuras veteranas que me encantaban, y con los jóvenes que estaban por terminar la carrera, a quienes no conocía aún, pero ya los admiraba.

Los tiempos eran otros, éramos muchos menos estudiantes en las aulas, y mi paso por la escuela la recuerdo con mucho cariño y autocritica. Conforme pasan los años cada vez que tengo la oportunidad de actuar entiendo muchas de las cosas que me repetían mis profesores, a veces hice el click hasta años después, y eso me encanta.

Para mí estudiar Artes Dramáticas ha sido de las decisiones mas emocionantes de mi vida, y de las que nunca me arrepentiré. Empecé actuando en puestas en Escena de los más “grandes” de la Escuela, era un gran honor y no cabía de la emoción porque muchos de ellos eran aquellos a quienes ya había visto actuar y admiraba, era mucho con demasiado.

Tampoco tenía idea de los concursos internos que se hacían en la EAD, cuando me hablaron por primera vez del Teatro del Sol (por que habría una audición), no tenia idea del alcance que pudiera tener. No recuerdo con exactitud en qué año fue mi primera experiencia, pero sé que la pasé muy tuanis, siempre aprendiendo de los demás, y conociendo cómo se hace teatro desde las perspectiva de los estudiantes. Me faltaba tanto por conocer. Y es que este oficio es así, nunca se termina de aprender, la escuela, la calle, la cultura, los influencias, la dramaturgia, la tecnología, en constante cambio y crecimiento.

Uno de los Montajes en los que participé que me marcaron fue Pluma y la Tempestad, dirigida por Fernando Bolaños, mi trabajo consistía en hacer boletaría, luego tramoya y luego manejar unas proyecciones. Ni sé cómo entré ahí, pero fue una experiencia tan interesante. Y entendí que el quehacer teatral, o el estudiar Artes Dramáticas, no era sólo actuar, también estar en la trasescena. Ese “estar en alerta” dispuesta y disponible, tener muy claro cuáles serían mis tareas, aunque nadie viera mi trabajo, yo estaba ahí al servicio del montaje, de los compañeros. Entendiendo y aprendiendo sobre cómo moverme en la tras escena, y sobre cómo no “pelármela” con las proyecciones, cosa que me pasó una que otra vez…(me ponía muy nerviosa)

Amé el montaje, cada noche que lo veía, cada actor y actriz en escena, no podía estar más enamorada y agradecida. Además que era muy dinámico, tenía muchas escenas y era un elenco muy grande. Y no podía entender aún cómo hacían para manejar a un elenco tan grande.

Otro montaje que disfruté muchísimo fue El Hobbit, dirigido por Luis Diego Ureña, un montaje de fantasía, proyectando paisajes e imágenes diseñados específicamente para el mismo, además: actores, actrices y títeres (muchos títeres), música en vivo y narración en vivo. En este sí tuve la oportunidad de entrar desde el inicio del proceso creativo, éramos un elenco enorme y por primera vez tuve la experiencia de estar en camerinos con otros, muchos compañeros de la Escuela, a quienes ya conocía pero nunca había tenido tanto contacto con ellos y ellas.

Lo que rescato además de ser un montaje espectacular y divertido, es el gran trabajo en equipo que se hizo, no había alguien mas o menos que otro, y creo que por eso entre otras características, fue una gran dirección. Se mantuvo un buen ambiente en los ensayos, en los talleres de confección de los títeres, en los camerinos, en las funciones y sobretodo con el público que siempre, siempre nos mantuvo activos durante la temporada. Tuvimos además un gira fuera del área metropolitana, ¡mi primera gira! Definitivamente fue un montaje para recordar toda la vida.

De ahí, puedo decir con certeza que salieron amistades hermosas, con las que aún tantos años después, tengo contacto y compartimos muchos momentos de la vida. Además, gracias a esta gira realizada, descubrí que con el teatro podemos llegar a cualquier lugar, que siempre es posible adaptarnos, y sobretodo la importancia de expandir nuestro quehacer fuera de San José (y en algunos casos, fuera de nuestro país). Siempre trabajando en equipo.

Gracias a este espacio del Teatro del Sol, entendí que el Teatro, el teatro en el que me gusta participar, no es para personas divas, que se sientan y esperan que todo esté resuelto. Muy al contrario, se fortalece desde el nacimiento de la idea gracias al trabajo en equipo, a la escucha entre nosostres mismes, un espacio para que se proponga, aprender, nos enamoremos, para generar vínculos, y donde la comunicación sea siempre posible.

Obviamente no todo es color de rosa, habrán roces o químicas que no se den, pero en el entendido de que todes estamos trabajando bajo un mismo fin. Donde cuidando y respetando a cada miembro que está en escena, en la tras escena, en la parte técnica, la utilería, el vestuario, la escenografía y todo lo que nos complete ese mundo que queremos mostrar, se pueden lograr grandes cosas, no solo para los que estamos dentro de ese mundo creado sino y muy importantemente para nuestro público.

Si hay algo que me ha marcado a mí en la vida es: El Hacer Teatro. Saber lo que implica, lo que cuesta, lo que llena, lo que deja, el tiempo y dedicación que conlleva, la incomprensión que debemos aguantar en algunos casos. ¿Qué es lo que vale? Seguir haciéndolo, bajo los principios que cada equipo de trabajo decida seguir, y permitiendo el crecimiento y apoyo entre nosotros mismos. Dando espacio y oportunidades, y sobretodo respetando nuestro quehacer, respeto, respeto y más respeto.

Esto lo experimenté siendo aun muy “Chiquilla” en la escuela de teatro y es algo que lo llevo siempre conmigo: estar dispuesta y disponible cada vez que asumo una nueva tarea. Y justo ahora que tenemos tantas limitaciones con la problemática sanitaria y socioeconómica confirmo aún más la importancia de nuestro trabajo, la función social que nos mueve y que nosotros sabemos y la conocemos. Ahora con más recelo, pero siempre con el corazón y con la auto comprensión que nos merecemos, con la misma ilusión que sentimos desde el primer día de clases. Creyendo en esta profesión, creyendo que llegamos a ella por alguna razón, lo más hermoso de esto, es lo que podemos ir descubriendo en el camino, hay gente que no lo entendería ¿y eso qué? Por ahora, rescatar y defender nuestros espacios, no dejarlos cerrar, no desistir.

El Teatro ha resistido, resiste y resistirá. El Teatro del Sol, ha sido una gran escuela dentro de la misma Escuela de Artes Dramáticas, y esa apertura a sus estudiantes es lo que ha logrado que sea un espacio tan respetado por todos, tan prolífero en su trayectoria. Gracias por defenderlo, por gestionarlo, y aunque por ahora descanse, gracias de antemano por tomarlo con más fuerza y más posibilidades para quienes han decidido seguir este camino, no importa qué… al fin de cuentas, “Somos de los mismos” y estamos en esto juntos resistiendo.



¡Larga Vida al Teatro del Sol, larga vida a la Escuela de Artes Dramáticas, Infinita Vida al Teatro en Costa Rica!

Amén (con y sin tilde)



Abrazos y muchas fuerza.

María Antillón M.

Actríz


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