Seguinos
por:
www.raizteatro.com
El
teatro ha sido mi compañero desde que tengo 15 años, desde el
primer momento en el que forme parte del grupo de teatro de mi
colegio, este arte se ha encargado de enseñarme mucho en distintos
aspectos. Cuando era una adolescente, me enseñó sobre el
compañerismo, el trabajo en equipo, el compromiso y la entrega;
aspectos que no solamente funcionan para desenvolverse dentro del
teatro sino en la vida en general.
El
teatro tuvo un impacto tan grande en mi vida que decidí estudiar
Artes Dramáticas, desde entonces mi perspectiva del mundo cambió.
El teatro me ha dejado tantas enseñanzas, que sería imposible
pensar que éstas se reflejan únicamente cuando estoy en un
escenario actuando. El aprender desde la academia me ha brindado
muchas herramientas técnicas, por ejemplo: desde la modulación de
mi volumen, hasta el uso de distintos ritmos para mantener a las
personas interesadas en lo que hago; sin embargo, más allá de todas
estas herramientas técnicas, el teatro me ha dado herramientas para
la vida.
Desde
mi perspectiva el teatro es transgresor, no le importa dónde ni con
quién esté, me ha enseñado que si estoy atenta a lo que me rodea,
probablemente alguna cosa nueva aprenderé. Es increíble cómo el
teatro nos enseña lo necesario que es estar abiertos a nuevas
posibilidades y no pensar que solamente existe una única forma de
accionar.
Durante
mucho tiempo, me enseñaron a tenerle miedo al error, mientras que en
la mayoría de mis procesos, en dramáticas, mis profesoras me
mostraron que estaba bien “equivocarse”, que en el famoso error
podía encontrar grandes riquezas. Es un recordatorio constante para
combatir contra el chip que se nos ha inculcado, el que dice que es
más importante el resultado y no el proceso.
Por
otra parte, me ha enseñado la importancia de escucharme y no
juzgarme, en múltiples ocasiones me ha hecho sentarme y conversar
conmigo misma, en esas charlas me ha ayudado a encontrar nuevas
facetas, que tal vez antes desconocía o en ocasiones ignoraba.
También me ha hecho hacer las paces conmigo misma. Así como
comprender lo importante que es mi voz y el hacerme escuchar; pero
que primero debía escucharme a mí misma para que los demás me
escucharan.
Lejos
de ser algo ajeno, el teatro llega a la médula del individuo y nos
hace transformarnos… Nos invita a observarnos y cuestionarnos, nos
enseña a cambiar de paradigmas y a construir nuevos.
Diana
Chinchilla Álvarez
Estudiante
de Artes Dramáticas
No hay comentarios.:
Publicar un comentario