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por:
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Noelia Cruz*
*Licenciada
Suma Cum Laude y Bachiller en Arte y Comunicación Visual por la
Universidad Nacional, Bachiller en Artes Dramáticas por la
Universidad de Costa Rica. Fundadora y Directora de la agrupación La
Cuadrilla Escénica.
El concepto virtual
proviene del latin virtus, que significa fuerza, virtud. La cualidad
de producir un efecto. Si el arte trabaja con intensidades
sensoriales y conceptuales, entonces los efectos que produce la
virtualidad son significantes.
Arturo Padilla
PARTE
I
En
el contexto de la pandemia que estamos atravesando, nos tocó vivir
la particularidad histórica de que nuestras vidas están
mediatizadas como nunca antes. La nueva propuesta de realidad, que
hemos estado llamando con un inédito sentimiento de ilusión: “la
nueva normalidad”, nos plantea terrenos de investigación que
habíamos empezado a explorar muy lentamente, pero la idea de
virtualidad se expandió de manera tan acelerada hasta el punto de
ser parte casi obligatoria de nuestra existencia.
En
la cuarentena guardada a causa del covid19 muchas experiencias han
dado un vuelco hacia la virtualidad, y en vista de que el sector de
las artes escénicas fue de los primeros en ser afectados y de que su
afectación ha sido tan profunda; han surgido propuestas de que el
teatro puede ser “transferido” a través de las pantallas de
nuestros dispositivos electrónicos.
“A través” es un gran
concepto en esto del ciberespacio como forma de inmersión en
territorios digitales. El “a través” implica la aceptación de
dos puntos de referencia distanciados por un tiempo y un espacios
relativos, unidos por un medio común, que en este caso es la
pantalla. Una pantalla que es un espejo por el cual se abre el portal
hacia una dimensión casi inexplorada. Implica por un lado intentar
comprender las contingencias del hecho escénico en un contexto de
hiperespacios, y por otro lado poner en movimiento conceptos
fundantes de la experiencia escénica.
Nos encontramos en la
encrucijada de que nuestra noción de realidad está virtualizada,
extendida, llevada más allá de la materialidad. Y por tanto muchas
necesidades de nuestros organismos han mutado a funciones de cuerpos
mediatizados por la cibercultura. Las relaciones conviviales se han
transformado y me atrevo a decir de manera atrevida que podemos
hablar de nuevos intercambios auráticos a través de la pantalla.
La experiencia escénica según
Dubatti es indiscutiblemente aurática. Los espacios de expectación
teatral exigen el convivio, la temperatura de los cuerpos, la
presencia. Sin presencia, es decir, sin convivio, no hay teatro.
Como el mismo Dubatti
menciona: “¿qué enmarca y hace posibles esas presencias en el
tiempo, el espacio y el acontecer?, ¿cuál es la condición de
posibilidad última de la existencia y del vínculo de esos sujetos y
su dinámica?” (17, 2011)
Es el momento en que podemos
tomar los valiosos aportes de este importante teórico, y
cuestionarnos si los vínculos y las afectaciones conviviales pueden
sobrevivir al “a través” para desauratizar al teatro y crear
experiencias escénicas ciberespaciales. O si no, pues también
tenemos la opción de esperar, esperar a que vuelva la antigua
normalidad, pero se sospecha que ya no hay vuelta atrás, más allá
de que las medidas sanitarias permitan la aglomeración humana en
espacios colectivos.
Tenemos la oportunidad de
pluralizar la zona de experiencia, y de pensar en cómo generar un
convivio a través de la pantalla, vivo, activo, así mismo con
voluntades vivas y activas que se afecten y que generen una segunda o
tercera “auratización¨. “La concepción del espacio que de ello
se deriva es una apuesta por la fusión de límites entre realidad
virtual y física¨ (Aguilar, et al, 2010). Es hora de evaluar
profundamente nuestras maneras de hacer teatro de hace unos meses si
queremos sobrevivir en el, cada vez más en expansión, ciberespacio.
Nuestras metodologías
creativas, nuestras referencias estéticas y nuestros planteamientos
técnico-formales corresponden a un universo moderno ampliamente
romantizado, y que en este momento la sobremodernidad nos empuja a
construir nuevas realidades escénicas sobre esas bases. “Las
hiperrealidades han generado hiperespacios que se han alimentado de
los residuos que han quedado del desmoronamiento de los grandes
discursos, donde los cibernautas e internautas viajan desde un lugar
a un no lugar. (...) El pensamiento cibernético obliga a repensar,
redefinir, recontextualizar el universo estético. El espacio se
convierte en ciberespacio, la realidad en hiperrealidades, los
acontecimientos en simulaciones. La realidad se pulveriza.”
(Padilla, 2014: 53)
Esto
implica la necesidad de que los ámbitos de la producción simbólica
y de la creación artística se resemanticen en las nuevas
cartografías virtuales y que nos hagan transitar a través de la
multiplicación de realidades que la apertura al ciber entorno nos
plantea, en una realidad pulverizada.
Desde
las artes debemos asumir que esta multiplicación de la experiencia
de existencia en hiperrealidades e hiperespacios, donde los límites
de la operación artística se han expandido en la inmaterialidad y
las fronteras de las posibilidades de creación se han difuminado con
vertiginosidad.
Fuentes:
Aguilar
García, T. (2010). Virilio,
Tipler y Baudrillard: Ciberespacio y cuerpo virtual.
Revista Observaciones Filosóficas [Número 10, se encuentra en
https://www.observacionesfilosoficas.net/virilio.htm] [Consultado en
Mayo 2020]
Dubatti,
J. (2012). Introducción
a los estudios teatrales.
Propuedéutica. Buenos Aires, Argentina: Athuel.
Fajardo,
C. (2010). Hacia una
estética de la Cibercultura.
Revista Observaciones Filosóficas [Número 11, se encuentra en
https://www.observacionesfilosoficas.net/esteticacibercultura.htm]
[Consultado en Mayo 2020]
Padilla Córdova, A. J. La
virtualidad como elemento disolutivo del objeto artístico en el arte
contemporáneo. Una alternativa en proceso.
Obra
digital: revista de comunicación [Número 6, 2014, se encuentra
en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4945229]
[Consultado en Mayo 2020]
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