Como
ser humana educada en una pedagogía artística, como actriz y
pedagoga escénica he experimentado desde el punto de vista del
discente, así como desde la perspectiva de la persona facilitadora.
He
vivido en carne propia qué se aprende, qué se enseña y qué se
recibe cuando se asiste a clases de teatro; y cuando se dan clases de
teatro.
Si
bien no es lo mismo recibir clases de teatro en la escuela o en el
colegio, que entrar a una academia de teatro a tomar cursos, que
llevar la carrera de teatro en la universidad para convertirse en un
profesional de las artes escénicas. Tampoco es lo mismo facilitar
esos procesos pedagógicos, pues sus objetivos son muy distintos.
Sin
embargo, hay ciertos vínculos, experiencias, emociones y habilidades
que traspasan a cualquier ser humano que experimente en el teatro,
desde cualquier estructura pedagógica.
Para
mí, sea cual sea la estructura, funciona de manera recíproca; es
cíclico, así como el flujo circular en una economía. Ese
flujo circular permite observar cómo se relacionan los agentes. En
nuestro caso escénico, nos permite observar la relación entre la
persona facilitadora y las personas participantes, así como entre
las personas participantes entre sí.
Cuando
se enseña teatro ¿qué se recibe?
Muchas
interrogantes, abundante energía, mucha convivencia, diferentes
perspectivas y puntos de vista sobre un mismo tema, mucho
aprendizaje, muchas ideas creativas, nuevas formas de verse a una
misma, otras maneras de apreciar a las demás personas, otra
capacidad de escucha, otras posibilidades de comunicación, más
conciencia de las emociones propias y de las emociones de los demás,
muchas personas con quien compartir y debatir tus ideas y
experiencias sobre el teatro, y muevas posibilidades de aprendizaje
ante la vida.
También
puedo contarles qué recibí cuando estuve en clases de teatro, a lo
mejor les sorprendería leer que en mi experiencia tuve muchas
interrogantes, abundante energía, mucha convivencia, diferentes
perspectivas y puntos de vista sobre un mismo tema, mucho
aprendizaje, muchas ideas creativas, nuevas formas de verme a mí
misma, otras maneras de apreciar a las demás personas. Desarrollé
la capacidad de escucha, desarrollé otras posibilidades de
comunicación, más conciencia de las emociones propias y de las
emociones de los demás, muchas personas con quien compartir y tener
una convivencia desde la honestidad, debatir ideas y experiencias
sobre el teatro, conocer mi propio cuerpo, concientizarlo como un
instrumento psicofísico, en fin, encontrar nuevas posibilidades de
aprendizaje ante la vida.
¿Similares
los regalos de la pedagogía teatral para quien está inmerso en ella
no?
Que
hermoso es el teatro que te permite aprender, apropiarse y facilitar
mientras convivís en la pedagogía escénica. No importa que rol
desarrollés, no importa si sos una persona facilitadora, o sos
participante, lo que importa es que estás ahí. En el aquí y el
ahora, en el espacio escénico, amoral, de manera recíproca,
cíclica, en un ganar o ganar, dentro del flujo circular de la
experiencia pedagógica teatral.
MSc
Janil Johnson Vargas
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