Mi
experiencia con Raíz Teatro inicia en el lugar del espectador, en el
pequeño sitio de una butaca, justo a un lado de la acción, con los
y las intérpretes haciendo entrega de un espectáculo honesto, lleno
de detalles bien cuidados, que hacen pasar al público un rato
maravilloso.
Desde
mi punto de vista, cada una de las puestas en escena que he visto de
la compañía, está comprometida con el público, con hacerlo
viajar, participar de los acontecimientos; no es entregar “una
obra”, sino compartir una experiencia. Es hacer del hecho teatral
un sitio de verdadero intercambio entre la historia que se va a
contar y la historia que cada espectador o espectadora trae consigo.
Este
público, normalmente acostumbrado a las funciones con una distancia
prudente entre el espacio de representación y la butaca, de repente
se da cuenta que siempre está en primera fila, que no importa cuánto
haga por alejarse, siempre va a estar en primera fila; notándose en
una disposición particular, similar a la de una gran reunión
familiar, donde todos, con el mismo nivel de relevancia, forman parte
de una historia común.
Cada
vez que me pienso como espectadora de Raíz Teatro, no puedo evitar
sentirme parte de lo que pasa, agradecida con las interpretaciones,
con la dirección, con el equipo técnico, por hacer entrega de un
espectáculo que me habla a mí como espectadora, que piensa de
manera consciente para quién hace teatro.
La
intimidad que generan las puestas en escena de Raíz, a través de su
pequeño formato de sala, en donde premia la cercanía del público a
los y las intérpretes, no sólo máxima el nivel de detalle y
sinceridad con que se entrega el espectáculo, sino que involucra al
espectador en lo que está pasando. Diluye la oportunidad de
ocultarse tras el velo de las luces que un formato de sala más
grande, lo tendrían alejado de la mirada de los actores, sin
embargo, aquí, donde todos y todas se ven, ocurre una historia
todavía más importante, la nuestra.
Agradezco
entonces, la incomodidad de ser aparentemente observada y disfruto de
los pequeños estadios de risa que tienen todas las puestas en escena
de Raíz Teatro, que con un humor sutil e inteligente, entregan una
historia, que más que alejar al espectador de sí mismo, lo enfrenta
con una realidad de situaciones, que aunque sencillas, se encuentran
plasmadas de detalles soberbios que delatan, a medida que avanza, un
entramado muchísimo más grueso. Entonces descubro, a partir de
aquí, que la risa es la primera voz con la que participo del
espectáculo, y me siento feliz de entregarme al juego escénico en
la misma sincronía en que van ocurriendo los acontecimientos.
Este
lugar, al otro lado de la escena, el del “banquillo”, es movido
con responsabilidad y profesionalismo, por los y las “raicitas”
que empapadas de un alto sentido de ética, despiertan a quienes
estamos en la butaca y entregan una función, que lejos de
anestesiar, de-construye nuestra mirada de espectadores pasivos y nos
da una voz en los acontecimientos.
En
mi opinión, ser “expectante” de una obra de Raíz Teatro, como
bien lo han demostrado estos merecidos diez años de experiencia, es
ponerse a disposición de la sorpresa y la incertidumbre, es hacer a
un lado el programa de mano y notar lo que ocurre, con la plena
seguridad de que todo lo que va a pasar, está pensado para que
usted, espectador, “expectante”, sea parte de un momento
agradable.
Melissa
Vargas Villalobos
Actriz
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