miércoles, 16 de enero de 2019

Una voz para el espectador…


Mi experiencia con Raíz Teatro inicia en el lugar del espectador, en el pequeño sitio de una butaca, justo a un lado de la acción, con los y las intérpretes haciendo entrega de un espectáculo honesto, lleno de detalles bien cuidados, que hacen pasar al público un rato maravilloso.
Desde mi punto de vista, cada una de las puestas en escena que he visto de la compañía, está comprometida con el público, con hacerlo viajar, participar de los acontecimientos; no es entregar “una obra”, sino compartir una experiencia. Es hacer del hecho teatral un sitio de verdadero intercambio entre la historia que se va a contar y la historia que cada espectador o espectadora trae consigo.
Este público, normalmente acostumbrado a las funciones con una distancia prudente entre el espacio de representación y la butaca, de repente se da cuenta que siempre está en primera fila, que no importa cuánto haga por alejarse, siempre va a estar en primera fila; notándose en una disposición particular, similar a la de una gran reunión familiar, donde todos, con el mismo nivel de relevancia, forman parte de una historia común.
Cada vez que me pienso como espectadora de Raíz Teatro, no puedo evitar sentirme parte de lo que pasa, agradecida con las interpretaciones, con la dirección, con el equipo técnico, por hacer entrega de un espectáculo que me habla a mí como espectadora, que piensa de manera consciente para quién hace teatro.
La intimidad que generan las puestas en escena de Raíz, a través de su pequeño formato de sala, en donde premia la cercanía del público a los y las intérpretes, no sólo máxima el nivel de detalle y sinceridad con que se entrega el espectáculo, sino que involucra al espectador en lo que está pasando. Diluye la oportunidad de ocultarse tras el velo de las luces que un formato de sala más grande, lo tendrían alejado de la mirada de los actores, sin embargo, aquí, donde todos y todas se ven, ocurre una historia todavía más importante, la nuestra.
Agradezco entonces, la incomodidad de ser aparentemente observada y disfruto de los pequeños estadios de risa que tienen todas las puestas en escena de Raíz Teatro, que con un humor sutil e inteligente, entregan una historia, que más que alejar al espectador de sí mismo, lo enfrenta con una realidad de situaciones, que aunque sencillas, se encuentran plasmadas de detalles soberbios que delatan, a medida que avanza, un entramado muchísimo más grueso. Entonces descubro, a partir de aquí, que la risa es la primera voz con la que participo del espectáculo, y me siento feliz de entregarme al juego escénico en la misma sincronía en que van ocurriendo los acontecimientos.
Este lugar, al otro lado de la escena, el del “banquillo”, es movido con responsabilidad y profesionalismo, por los y las “raicitas” que empapadas de un alto sentido de ética, despiertan a quienes estamos en la butaca y entregan una función, que lejos de anestesiar, de-construye nuestra mirada de espectadores pasivos y nos da una voz en los acontecimientos.
En mi opinión, ser “expectante” de una obra de Raíz Teatro, como bien lo han demostrado estos merecidos diez años de experiencia, es ponerse a disposición de la sorpresa y la incertidumbre, es hacer a un lado el programa de mano y notar lo que ocurre, con la plena seguridad de que todo lo que va a pasar, está pensado para que usted, espectador, “expectante”, sea parte de un momento agradable.
Melissa Vargas Villalobos
Actriz













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