No todas las personas
entienden los motivos que nos llevan a ser artistas; quizá ni
yo los comprendo. A mí me basta seguir el corazón inquietante por
serlo; estar por un momento en los zapatos de otro; despertarle una
emoción, cualquiera que sea, al que observa; pero sobre todo la
sensibilidad que el mismo quehacer me genera ante la vida.
Precisamente son esas
experiencias, algunas veces tan cercanas que las sentimos en los
huesos, otras mucho más lejanas que solo resuenan por el eco de la
voz que las vivió, las que nos hacen pensar y reflexionar sobre lo
que hacemos.
Es en el escenario que
entregamos el alma, el cuerpo y energía. Es ahí en donde
compartimos con los compañeros y el público nuestros
miedos, el goce, las emociones más amargas y nuestras
sanaciones. Es por ello que necesitamos cada vez más de un teatro
que nutra nuestro ser, que nos desnude y revuelque las
sensaciones, los pensamientos y nos devele como seres
humanos; necesitamos un teatro que cumpla su función de entretener,
pero que cuestione a la humanidad, al sistema y nos eduque.
Es cuando hablamos de nuestras
inquietudes individuales y colectivas que damos el primer paso para
trabajar y mejorar lo que hacemos, lo que somos, y en ese sentido el
teatro se convierte en una herramienta trasformadora de la
vida.
Por eso reconozco la labor que
Raíz Teatro ha trazado a lo largo de estos 10 años.
Sus proyectos no son más que una necesidad de los artistas que alzan
la voz a la vida de una manera firme, sólida y comprometida, con el
propósito de que cada espectáculo se convierta en esa savia que nos
alimenta y construye como personas, como comunidad.
A su fundadora, LaPey,
que emprendió un proyecto, ya hoy consolidado, y que se
construyó con esfuerzo, creyendo en la labor digna del actor/actriz
mis felicitaciones por hacer que esta agrupación exista a
pesar de las dificultades a los que nos enfrentamos a diario desde
la autogestión.
Por ahora que el camino
continúe, que la Raíz siga abriéndose paso en este
transitar porque todavía hay mucho que aprender y compartir. Que
cada proyecto fortalezca el arte, el teatro y la vida,
solo así sabremos que algo estamos haciendo bien.
Miguel
Acuña
Comunicador/Actor
CUANDO EL ARTE CALLA, CALLA LA VIDA…
ResponderBorrarEn tiempos de altas velocidades y de violencias promocionadas escuchar es un sentido que se ha olvidado poner en ejercicio. La comunicación a través de discursos se diluye en el desierto de la indiferencia. Cuando parece nadie querer escuchar, pasa un artista y nos devuelve la esperanza. Va por el mundo comunicando novedad, utilizando palabras cuando es necesario. Dejando salir desde dentro lo que es, la potencialidad que desborda su existencia y estimulando a la vida que le rodea a recuperar las facultadas creadoras y trasformadoras atrofiadas por la rutina y el desuso.
Ir por el mundo y comunicar buenas noticias es una tarea muy retadora, muchos sordos en la vereda del camino, y cuando nadie parece escuchar, viene un momento de lucidez “Eureka” y el sabio les habla con arte. Se expresa e invita a los demás a expresarse, a manifestar lo que le pasa, lo que le pasa al otro y nos pasa a muchos como sociedad.
Desde las desesperanzadas calles de Comayagüela, Honduras, la luz se abre paso a través del arte como la música y el teatro. Jóvenes de la Iglesia acompañados por la espiritualidad franciscana, la fuerza de aquel hombre pequeño por fuera pero grande desde adentro, que inspira a ser testigos del Evangelio manifestando lo que son y esperan. Los espacios de expresión artística muestran un camino desde los instantes de claridad y certezas que invitan a construir un mundo nuevo. Es por ello que ante el fracaso de los esfuerzos institucionales en favor de la justicia y la equidad social se hace más urgente ser más creativo. Como el Santo de Asís, ante un mundo aturdido que adormece, San Francisco les habla con arte; expresa su riqueza interior a través de poemas, escenificaciones, canciones y pinturas. Expresiones que humanizan lo deshumanizado, y comunican en un entorno hostil donde lo irracional se impone y la palabra es silenciada.
Gracias Teatro Raíz por ser parte de los que plantean un estilo de vida diferente no solo desde la perspectiva del espectáculo, más que eso, desde la óptica del estímulo de la creatividad. Llamar a la imaginación que iluminen otros procesos tan complejos en la sociedad como la espiritualidad, la democracia y la paz.
Fray Jorge Edgardo Barillas Rodríguez OFMConv.
Vicario de la Parroquial San Maximiliano Kolbe.
Colonia San Francisco, Comayagüela, Honduras.