La libertad de crear

 

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Por Cristina Villalobos Ureña 

Caminé hacia la Compañía Nacional de Teatro, busqué por medio de fotos y mensajes de WhatsApp, de nuestra productora Raquel García, cómo encontrar las rejas blancas con un pequeño rótulo flotante que indica la entrada. Había llegado demasiado temprano, como es costumbre cuando estoy emocionada, pero principalmente cuando estoy muy nerviosa. Así que me senté en la pequeña banca frente a la puerta, a observar el rótulo y leer el guión en mis manos.

Podría parecer cotidiano, pero me sentí como en un sueño, leyendo las palabras que yo misma escribí en el papel. Preparándome para ensayar el montaje que yo había creado en los últimos seis meses. Y que pasé, de practicar frente al espejo de mi apartamento, a ensayar en el mismo espacio que grandes intérpretes, directores y dramaturgxs. En este espacio yo era las tres…

Cuando Raíz Teatro se aproximó con la propuesta para que fuera parte del Raíz Lab 2024, sentí que estaba finalmente viendo, como el fruto de mi trabajo daba recompensas. Durante años, me resigné a quejarme de que nunca había tenido mi debut profesional como actriz y cuando me cansé de quejarme, decidí tomar acción o bueno algo parecido a una decisión. En el Taller de Dirección, uno de mis últimos de la carrera de Artes Dramáticas en la UCR dije: “Voy a escribir, dirigir y actuar mi propio monólogo”. Y luego de eso, no había vuelta atrás, no importaba lo imposible que pareciera, si lo había dicho tenía que hacerlo.

El proceso con Raíz fue, como nos gusta decir a las personas de teatro, orgánico. Ellas buscaban un proyecto para trabajar en el laboratorio, que es dirigido a personas prontas a graduarse y yo… yo tenía un mes de haber terminado mis cursos de la carrera y tenía un proyecto “2”, que tenía cosas que pulir, nuevas ideas y muchas ganas de ser mostrado al público.

Mi mamá dice que “el zapato que está para el perro ni capeándoselo” o algo similar, Raíz Teatro y yo estábamos en la misma línea de pensamiento, no íbamos a esperar a que nadie nos viniera a rescatar. Para mi suerte, Raíz lleva 16 años siendo su propia princesa, caballo y espada, y no solo me dio un espacio para desarrollar mi arte, sino que me dio las herramientas de producción y gestión cultural que a mi educación le había faltado.

El proceso de ensayo de Sobreactuadas fue sin asperezas, Ericka, Raquel y yo sin darnos cuenta llevabamos 6 meses de trabajar y acompañarnos juntas desde el Taller de Dirección, por lo que los ensayos fueron una extensión natural y divertida del flujo de trabajo que llevábamos juntas. Además, Raquel fue una perfecta aliada para permitirnos la libertad necesaria para crear y la presión justa para lograr las metas a tiempo, aún cuando yo llegué con una escena completa que trabajar, un mes antes del estreno.

Fue un verdadero privilegio tener la oportunidad de meter la mano donde se me diera la gana, tomar los recursos que tengo y utilizarlos de manera creativa fue un  placer. Entre crear mi escenografía de los objetos que podía encontrar en mi casa, diseñar mis propias luces, hasta grabar y editar mis propios videos, no hubo algo en lo que yo quisiera participar, en lo que no pudiera meterme. La libertad creada por la producción de Raíz Teatro, me permitió poner en práctica todas las habilidades que había obtenido en mi educación y darme cuenta de que en efecto, si puedo y si soy capaz de imaginar algo y hacerlo realidad.

Creo, que esa es la parte más satisfactoria del proceso, no solo tener un producto, sino mostrarlo, obtener las reacciones del público, sean buenas o malas. Lanzarme a hacer cosas nuevas con una red sólida que me va a atajar y guiar. Crear y luego equivocarme, analizar y crear más.