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A lo largo de la existencia, el teatro ha sido una herramienta de arte que ha funcionado de manera presencial, sin embargo, las circunstancias actuales nos han privado de esta forma de convivio. Uno de los aspectos más importantes del teatro y que lo definen es esa relación que se crea entre el intérprete y el público gracias al estímulo físico de ese espacio/tiempo. Por otro lado, en este 2020 el mundo entero ha entrado en una crisis sanitaria que no nos permite entrar en contacto físico con otro. Por ende, esto limita al teatro y a la esencia de su arte. La esencia del compartir con otros seres en un mismo espacio/tiempo. Frente a esta problemática nos podemos preguntar ¿Cómo era el teatro presencial y cómo este se ha adaptado durante la pandemia?
La importancia de la presencia en el teatro.
En el teatro estamos acostumbrados a la presencia del otro y a percibir su energía. A percibir el olor de las personas, del escenario, y todos los estímulos sensoriales del espacio. El teatro en sus métodos de creación parte de las improvisaciones, de juegos con otras personas y objetos. Este nos permite ver una totalidad y tener una reacción sensorial a lo que percibimos en nuestro presente, sabiendo que ese momento nunca se va a repetir. Que ese momento es único e inigualable, así como la experiencia de la vida misma. A pesar de que hayan mil ensayos, siempre se encuentran aspectos nuevos para mejorar o cambiar en las escena. Así, cuando llega el momento del estreno y de las funciones, también se descubren cosas nuevas. La experiencia de tener cerca a otro ser humano, viendo y sintiendo como modifica su cuerpo/mente al actuar, es lo que nos conecta con nuestras emociones. Nos comunica aún más que el mensaje en sí de la obra, ya que nos hace reflexionar sobre como posicionamos en el mundo, nuestra perspectiva como ser humanos ante la vida.
Sin embargo, todos estos aspectos sobre la presencialidad se ven afectados por la crisis actual. Pero el teatro debe buscar otras estrategias para continuar.
El teatro adaptándose en un mundo en cuarentena.
La pandemia ha generado ensayos virtuales, dónde se trabaja con el estímulo visual del otro. Creando movimientos e imágenes, relacionados a una pantalla y a lo que los demás pueden ver. Se busca un lenguaje audiovisual, que normalmente no se usa cuando se trabaja en el teatro presencial. Aquí solo vemos una parte del actor, limitado por el ángulo en donde posiciona su cámara y la escenografía es su propio hogar, adaptándose de la mejor manera posible, a un espacio imaginario. Además, la comunicación no es totalmente apropiada, ya sea por fallos en la conexión o porque se dificulta escuchar a las personas cuando no están cerca de su micrófono.
Al iniciar este año tenía bastantes proyectos nuevos, procesos en el teatro que me emocionaban muchísimo. Procesos que estaban en desarrollo y otros terminando. Pero al iniciar esta virtualidad todo se vio afectado. Desde el principio dudé mucho si el hecho de hacer teatro de forma “virtual” continuaría siendo teatro, y todavía me lo pregunto. He creado momentos en los que conecto conmigo misma, qué he sentido algo a través de la pantalla, pero no siento el convivio que sentía y el calor de las personas cuando estaban al frente mío como lo sentía antes. Los ensayos cambiaron y la manera de adaptarnos a esto es muy distinta para todos. Pero algo de lo que estoy segura es que a pesar de que no sea lo mismo seguimos luchando para que no desaparezca, para que regresen esos proyectos y sueños por realizar.
Seguimos aprendiendo cómo podemos transformar el arte y compartirlo con el mundo de muchísimas maneras que no sabíamos que eran posibles. La virtualidad me ha enseñado que si amamos algo y nos apasiona de verdad, no lo vamos a soltar, vamos a continuar trabajándolo. Que si necesitamos una pausa para escuchar nuestra voz, está bien tomarla. Sentirnos y escucharnos, y así vamos a ir adaptándonos a nuestro propio ritmo.
En conclusión, el teatro para mi es la vida misma, es la representación de todas las cosas que nos hacen sentir vivos y con ganas de perseguir ese sentimiento. La reflexión y transformación que puede generar en el mundo es lo que me llena el alma de alegría al saber que este arte nunca va a desaparecer. Ya que nunca vamos a parar de hacerlo, de sentirlo y de vivirlo. Por otro lado, tomando en cuenta este contexto, ¿Hasta qué punto el hecho de transformar el teatro a una modalidad virtual nos permite seguir considerándolo como teatro o más bien como algo totalmente diferente?
Sofía Paniagua
Estudiante Artes Dramáticas, Universidad de Costa Rica
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