De
miradas, complejos y sueños: Un paseo por Paralelo 60
En
la actualidad los diversos medios de comunicación nos abordan con
constantes imágenes del “deber ser” para ejemplificar lo que se
“vende” como una persona ideal. Casualmente lo que proponen no
coincide con la mayoría de la población: éxito económico, belleza
- o en su defecto: poder adquisitivo para lograrla-, modificación
corporal estética, moda, estilo y claro: bienes de lujo, lo cual
como acto de magia, supone que trae seguridad, un autoestima elevado,
aceptación y reconocimiento social, además de mucha diversión y
poco trabajo.
La
obra “Triunfo”
de Raíz
Teatro y
dirigida por Katherine “La Pey” Peytrequín; presenta un tema
contemporáneo, en el cual de manera muy fresca y casi cotidiana, las
actrices captan un guion
reflejo de la realidad de muchas personas alrededor del mundo, el
cual incluye sueños, frustraciones e injusticias sociales. Llama la
atención en que no se requiere tener un bajo status socioeconómico
para padecer de dichas injusticias, todo lo contrario, se viven en
todas las clases sociales, niveles educativos y edades.
Para
comprender lo anterior, hay que recordar que en toda América Latina
se vive aún las secuelas de los problemas de desigualdad heredadas
desde la época colonial y etnocidio indígena, así como las guerras
del siglo XIX y XX, en la cual esta población así como mestizos
empobrecidos deben servir –en muchísimas ocasiones sin mayor
beneficio o garantías sociales- a las poblaciones reducidas que
ostentan el poder. Tras los procesos de independencia se da “cierta”
redistribución de las riquezas, pero aunque es así no todas las
personas logran prosperar y en algunos casos son despojados de sus
bienes, por lo que muchos se convierten en campesinos y pequeños
propietarios que sobreviven modestamente.
Cuando
se desencadenan los problemas bélicos (por diversas razones, según
cada país que lo sufrió), la dinámica cambia en muchos aspectos y
así es como algunos se convierten en lugares de emigración o
expulsión de personas, mientras otros en lugares receptivos, en el
nuevo lugar de vivienda de personas de diversas condiciones sociales,
económicas y culturales…
En
Costa Rica durante las últimas décadas se contó con la presencia
de guatemaltecos, salvadoreños y más recientemente nicaragüenses y
colombianos, entre otros. La mayoría de ellos han aportado muchísimo
al país y se han convertido en parte de “nuestra familia”,
aunque cada vez se refleja más un tipo de familia casi
desestructurada, donde hay poca comunicación, exceso de trabajo-en
algunos casos- para poder cumplir con los cánones económicos del
momento, y claro, en otros apenas para poder sobrevivir.
Es
precisamente en el servicio doméstico, en estas “nuevas familias”
- que debido en muchas ocasiones a una posición de poder por parte
del empleador- se obliga al servilismo en muchas características,
donde inclusive se pasa por alto las garantías sociales y hasta la
ley (tales como horarios de trabajo, tipo de actividades a realizar,
poca posibilidad de socialización- salir sólo un día a la semana
de la casa, etc.). Así, Triunfo,
de una manera cómica, fresca, pero a la vez crítica, presenta estas
realidades de una manera nada chocante para el público, pero que sí
llama la atención ya que situaciones muy cotidianas - claro en
familias de diversas clases sociales- nos enfrentan a: tanto
trabajo, tanta soledad, tanto tiempo lejos de sus familias, tanto
tanto…
¿Es
sólo el sufrimiento de quienes deben aceptar trabajos pesados e
injusticias sociales y familiares?, ¿Para quién o qué se trabaja?,
¿Todas las personas de escasos recursos son trabajadoras y honradas?
¿Estas situaciones varían con las nuevas generaciones? Estas son
interrogantes que buscan poner al público a reflexionar. Reflexionar
sobre ¿Este tipo de vida es sinónimo de tristeza?, ¿falta de
ambiciones?, ¿derrota?, ¿imposibilidad de soñar?... veremos…
Por
su parte las personas “exitosas” de “familias acomodadas”
¿Son felices?, ¿Triunfan?, ¿Se conforman?, ¿Tienen tiempo para su
familia? Estas son las interrogantes que la obra teatral propone
también al desenmascarar ese modelo de persona ideal, modelo,
exitosa. ¿Acaso no sufren de soledad?, - claro- la diferencia es
cómo logran desviar su atención ante sus carencias emocionales: con
viajes, bienes materiales… pero a la vez viven más esclavizados de
sus apariencias, de su dinero y ¿Acaso esto podría ser un reflejo
de la sociedad costarricense? El “país más feliz del mundo”, el
país más feliz del mundo que presenta las enfermedades
características del primer mundo: hipertensión, obesidad, problemas
con desórdenes alimenticios, entre muchas muchas otras.
¿El
viajar trae compañía de su pareja? ¿De sus hijos?; ¿El ser
“delgada y bella” hace que te quieran más? Y con todo esto surge
en la conciencia del espectador (a) una pregunta aun más importante:
¿Esto es lo que quiero de mi vida?, ¿Es lo que quiero para mis
hijos?... a cuántas personas que conozco le “caen” estos
personajes?!!!!
Pero,
¿acaso hay que tener dinero para poder soñar, para poder acceder a
una realidad diferente? NO! Esta es otra realidad que se expone en
Triunfo:
el mercado del consumismo que exhibe con bombos y platillos la
posibilidad de escapar a esas realidades que no nos gustan (como si
no hubiese que volver a ellas en algún momento). Un concurso puede
cambiar su vida - claro un concurso!- porque entre más se compre,
más oportunidades se tiene de ganar! Esta es una realidad cotidiana,
los medios de comunicación televisivos, radiales, en internet,
banners, entre muchos otros; hacen que las personas cada vez vivan
más pendientes del aparentar ser y claro –verse, ser reconocidas-
en lugar de cultivar el ser verdadero, el emocional, el racional, la
sabiduría en sus diversas manifestaciones.
Esta
obra dirigida por Katherine “La Pey” Peytrequín, se presta para
muchas discusiones sobre el comportamiento social en nuestro país, a
nivel regional e inclusivo mundial en temas de felicidad, realización
personal, derechos humanos fundamentales, laborales, accesibilidad a
los recursos, entre muchos otros. Pero a la vez, visualiza una
condición humana que nos caracteriza a todos independientemente de
su realidad social, cultural, económica: el querer cambiar, el deseo
de soñar con algo muy diferente a quien somos, pero a la vez el que
esos cambios inician por nosotros mismos y a partir de ahí hay que
educar a las nuevas generaciones.
Espero
que este texto que les comparto sea sólo “una pincelada” y así,
cada espectador (a) pueda ver en Triunfo
una manera de divertirse y reflexionar sobre más temas que sean
pertinentes para cada quien. Espero que además de entretenimiento
logre –cada espectador- asociarlo con algo que quiera realizar,
cambiar, vivir…
Mónica
Aguilar
Antropóloga-Arqueóloga
Universidad
de Costa Rica
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