miércoles, 16 de octubre de 2019

#Recordemos. #Opinión. Triunfo de Raíz Teatro


De miradas, complejos y sueños: Un paseo por Paralelo 60

En la actualidad los diversos medios de comunicación nos abordan con constantes imágenes del “deber ser” para ejemplificar lo que se “vende” como una persona ideal. Casualmente lo que proponen no coincide con la mayoría de la población: éxito económico, belleza - o en su defecto: poder adquisitivo para lograrla-, modificación corporal estética, moda, estilo y claro: bienes de lujo, lo cual como acto de magia, supone que trae seguridad, un autoestima elevado, aceptación y reconocimiento social, además de mucha diversión y poco trabajo.
La obra “Triunfo” de Raíz Teatro y dirigida por Katherine “La Pey” Peytrequín; presenta un tema contemporáneo, en el cual de manera muy fresca y casi cotidiana, las actrices captan un guion reflejo de la realidad de muchas personas alrededor del mundo, el cual incluye sueños, frustraciones e injusticias sociales. Llama la atención en que no se requiere tener un bajo status socioeconómico para padecer de dichas injusticias, todo lo contrario, se viven en todas las clases sociales, niveles educativos y edades.
Para comprender lo anterior, hay que recordar que en toda América Latina se vive aún las secuelas de los problemas de desigualdad heredadas desde la época colonial y etnocidio indígena, así como las guerras del siglo XIX y XX, en la cual esta población así como mestizos empobrecidos deben servir –en muchísimas ocasiones sin mayor beneficio o garantías sociales- a las poblaciones reducidas que ostentan el poder. Tras los procesos de independencia se da “cierta” redistribución de las riquezas, pero aunque es así no todas las personas logran prosperar y en algunos casos son despojados de sus bienes, por lo que muchos se convierten en campesinos y pequeños propietarios que sobreviven modestamente.
Cuando se desencadenan los problemas bélicos (por diversas razones, según cada país que lo sufrió), la dinámica cambia en muchos aspectos y así es como algunos se convierten en lugares de emigración o expulsión de personas, mientras otros en lugares receptivos, en el nuevo lugar de vivienda de personas de diversas condiciones sociales, económicas y culturales…
En Costa Rica durante las últimas décadas se contó con la presencia de guatemaltecos, salvadoreños y más recientemente nicaragüenses y colombianos, entre otros. La mayoría de ellos han aportado muchísimo al país y se han convertido en parte de “nuestra familia”, aunque cada vez se refleja más un tipo de familia casi desestructurada, donde hay poca comunicación, exceso de trabajo-en algunos casos- para poder cumplir con los cánones económicos del momento, y claro, en otros apenas para poder sobrevivir.
Es precisamente en el servicio doméstico, en estas “nuevas familias” - que debido en muchas ocasiones a una posición de poder por parte del empleador- se obliga al servilismo en muchas características, donde inclusive se pasa por alto las garantías sociales y hasta la ley (tales como horarios de trabajo, tipo de actividades a realizar, poca posibilidad de socialización- salir sólo un día a la semana de la casa, etc.). Así, Triunfo, de una manera cómica, fresca, pero a la vez crítica, presenta estas realidades de una manera nada chocante para el público, pero que sí llama la atención ya que situaciones muy cotidianas - claro en familias de diversas clases sociales- nos enfrentan a: tanto trabajo, tanta soledad, tanto tiempo lejos de sus familias, tanto tanto…
¿Es sólo el sufrimiento de quienes deben aceptar trabajos pesados e injusticias sociales y familiares?, ¿Para quién o qué se trabaja?, ¿Todas las personas de escasos recursos son trabajadoras y honradas? ¿Estas situaciones varían con las nuevas generaciones? Estas son interrogantes que buscan poner al público a reflexionar. Reflexionar sobre ¿Este tipo de vida es sinónimo de tristeza?, ¿falta de ambiciones?, ¿derrota?, ¿imposibilidad de soñar?... veremos…
Por su parte las personas “exitosas” de “familias acomodadas” ¿Son felices?, ¿Triunfan?, ¿Se conforman?, ¿Tienen tiempo para su familia? Estas son las interrogantes que la obra teatral propone también al desenmascarar ese modelo de persona ideal, modelo, exitosa. ¿Acaso no sufren de soledad?, - claro- la diferencia es cómo logran desviar su atención ante sus carencias emocionales: con viajes, bienes materiales… pero a la vez viven más esclavizados de sus apariencias, de su dinero y ¿Acaso esto podría ser un reflejo de la sociedad costarricense? El “país más feliz del mundo”, el país más feliz del mundo que presenta las enfermedades características del primer mundo: hipertensión, obesidad, problemas con desórdenes alimenticios, entre muchas muchas otras.
¿El viajar trae compañía de su pareja? ¿De sus hijos?; ¿El ser “delgada y bella” hace que te quieran más? Y con todo esto surge en la conciencia del espectador (a) una pregunta aun más importante: ¿Esto es lo que quiero de mi vida?, ¿Es lo que quiero para mis hijos?... a cuántas personas que conozco le “caen” estos personajes?!!!!
Pero, ¿acaso hay que tener dinero para poder soñar, para poder acceder a una realidad diferente? NO! Esta es otra realidad que se expone en Triunfo: el mercado del consumismo que exhibe con bombos y platillos la posibilidad de escapar a esas realidades que no nos gustan (como si no hubiese que volver a ellas en algún momento). Un concurso puede cambiar su vida - claro un concurso!- porque entre más se compre, más oportunidades se tiene de ganar! Esta es una realidad cotidiana, los medios de comunicación televisivos, radiales, en internet, banners, entre muchos otros; hacen que las personas cada vez vivan más pendientes del aparentar ser y claro –verse, ser reconocidas- en lugar de cultivar el ser verdadero, el emocional, el racional, la sabiduría en sus diversas manifestaciones.
Esta obra dirigida por Katherine “La Pey” Peytrequín, se presta para muchas discusiones sobre el comportamiento social en nuestro país, a nivel regional e inclusivo mundial en temas de felicidad, realización personal, derechos humanos fundamentales, laborales, accesibilidad a los recursos, entre muchos otros. Pero a la vez, visualiza una condición humana que nos caracteriza a todos independientemente de su realidad social, cultural, económica: el querer cambiar, el deseo de soñar con algo muy diferente a quien somos, pero a la vez el que esos cambios inician por nosotros mismos y a partir de ahí hay que educar a las nuevas generaciones.
Espero que este texto que les comparto sea sólo “una pincelada” y así, cada espectador (a) pueda ver en Triunfo una manera de divertirse y reflexionar sobre más temas que sean pertinentes para cada quien. Espero que además de entretenimiento logre –cada espectador- asociarlo con algo que quiera realizar, cambiar, vivir…

Mónica Aguilar
Antropóloga-Arqueóloga
Universidad de Costa Rica



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