miércoles, 28 de agosto de 2019

¿Por qué estudié teatro?




Siempre me gustó el arte desde pequeña, siempre me gustó la ciencia también. Era una niña tímida, con pocos amigos, con excelentes notas en la escuela y colegio. También era muy buena en las clases (pocas clases) de arte que daban en estas instituciones públicas a las cuales asistí.
Mis padres, muy jóvenes, con muchos hijos y enfrentando la crisis de los 80’s; me dieron lo mejor que pudieron. En arte, nunca pudieron ayudarme, no había dinero, ni medios, ni algún mentor que pensara que era buena idea meterme en el arte.
Al teatro lo fui conociendo a fondo hasta mis 18 años. Era mi primer año en la Universidad, 1998, escogí Farmacia como carrera (salud y ciencias) porque también era otra parte de mi vocación. Por supuesto que todo el mundo me apoyaba. Escogí, como parte de los Estudios Generales, un curso sobre Apreciación de Teatro.
En la primera semana de la U, nos enviaron a ver una obra de teatro. Yo fui con mi padre (fue la única vez que me acompañó a ver teatro) al Teatro Giratablas, vimos unos cortos de Chéjov. En la última obra, una actriz simplemente se metió en mí, me flechó directo al corazón, quedé pasmada por su actuación, sentí una profunda conexión, sentí que alguien me entendía, me sentí reflejada en ella, era como ver mi alma en un espejo a través de su mirada. Fue amor a primera vista y para siempre con el teatro.
Ahí dije: “¡Oh dios, yo quiero hacer eso que ella hace, quiero transmitir lo mismo que ella!”
Así, sin saber bien hacia dónde me dirigía, empezó mi vida en el teatro. Ese año vi muchas obras de teatro. Fui a festivales. Aumentaba cada día mi deseo de meterme en teatro de alguna forma. Sin embargo, como era tímida, tenía mis dudas de si podría lograrlo.
El semestre siguiente matriculé un Taller de Teatro. Al fin pude estar en un escenario y con un público, por primera vez. Yo quería más, mucho más, me sentía hambrienta por aprender. Fui a hacer la prueba de aptitud para la Escuela de Artes Dramáticas de la Universidad de Costa Rica (en secreto por supuesto). ¡Y la gané! Sentí felicidad, el pecho hinchado y con el susto de cómo iba a hacer para llevar la carrera.
Al año siguiente, simplemente matriculé unos cursos de la carrera y así empecé. Estuve 3 años llevando Artes Dramáticas a escondidas de todo el mundo; matriculando 1 o 2 materias de Farmacia y llevando el bloque completo de Dramáticas.
No mentí, simplemente no dije toda la verdad. Es una de las ventajas de ser la hija del medio: pasas desapercibida. Cuando mi familia y amigos se enteraron de toda la verdad, ya era muy tarde para echarse hacia atrás. Nada me detenía en aquellos años además.
Fue muy duro. Pasé a ser una decepción, como si hubiese cometido el mayor pecado. Estudiar artes era una vergüenza. Sin embargo cuando sólo me faltaba un año para terminar el Bachillerato en Artes Dramáticas; mis padres me ayudaron un par de años más y después de eso se acabó su ayuda. Tuve que seguir sola, aprendiendo y empezando a vivir por mí misma; enfrentando al mundo y cayendo en la realidad. Una realidad cruda y cruel (de la cual ya me habían hablado) que me resistía a creer.
Me asusté, sobretodo porque: tuve un par de accidentes menores, estuve sin empleo, sin seguro médico, sin dinero para enfrentar una emergencia y ahí dudé de mis capacidades. Huí del teatro por una década y regresé a Farmacia. Mientras estudiaba en el día (tiempo completo), trabajaba en la noche (tiempo completo y fines de semana) para pagar mis estudios y vivir. ¿En qué momento iba a poder hacer teatro? No tenía tiempo, siempre tenía que trabajar.
Me perdí de mucho teatro esos años. Farmacia era algo que quería hacer también, no podía hacerlo todo en ese momento, tenía que escoger. Cuando empecé a trabajar como farmacéutica todo cambió de nuevo, un nuevo ciclo de vida comenzó, y ahí lo primero que hice fue volver al teatro. Me encontré primero con un panorama muy diferente a como lo había dejado, y segundo; empecé a trabajar con Raíz Teatro.
Hace 6 años soy miembro de Raíz Teatro y en este tiempo he ido, poco a poco, reaprendiendo y creciendo en algo que amo profundamente hacer: teatro. Es como tener una identidad oculta pues a todo el mundo le parece raro lo que hago. Tengo la percepción que cuando digo: “soy de teatro”; los de ciencias y salud me ven con menos seriedad. Y si en artes digo: “soy de farmacéutica”, también me miran con escepticismo como si para mí fuese un hobby lo que hago. Es mi percepción.
Ahora, a mis cuarenta años, quiero seguir aprendiendo y desarrollando éste hermoso arte del cual estoy orgullosa de ser parte. “Estoy jodida si lo dejo”, como diría Sara Astica. Jodida porque voy a querer siempre estar en el, y si estoy en el, también jodida porque sé a lo que me atengo. ¡Me seguirán viendo en el teatro, se los aseguro!
Katherine Castro Castro
Actriz y Farmacéutica

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