jueves, 4 de abril de 2019

Raíz Teatro: una explosión de novedad


Raíz Teatro: una explosión de novedad
María Laura Fernández

Si tengo que describir en una palabra lo que Raíz Teatro significa en mi vida, definitivamente escojo esta: NOVEDAD. El mundo del teatro nunca ha sido el contexto en el que me desenvuelvo diariamente. Soy teóloga y fui profesora por muchos años; ahora vendo seguros y estoy empezando un diplomado de imagenología médica. Nada que ver con teatro, ¿verdad? Pues resulta que, gracias a Raíz, el mundo del teatro es como un oasis donde puedo escaparme de vez en cuando a disfrutar una refrescante explosión de novedad.
Uno de los recuerdos cómicos que guardo con mucho cariño fue algo que pasó hace cuatro años: yo estaba viviendo una transición difícil (porque acababa de regresar después de haber vivido un tiempo en otro país) y fui al teatro con la intención de ver el estreno de “La Prudencia”. Pero sucedió que la persona encargada de las luces y el sonido no iba a poder llegar, entonces ¿adivinen quién terminó colaborando con eso? Sí… Yo… Alguien que nunca en su vida se había subido a la cabina de un teatro y que jamás había tocado una consola. No tienen idea de la sudada que me pegué mientras me explicaban cómo funcionaban los botones (unos minutos antes de la función). Hasta había que hacer que las luces parpadearan en algunos momentos para simular un juego de pólvora; fue de locos, pero lo disfruté demasiado. De hecho, hasta la fecha, una de las tareas en las que más me gusta involucrarme con Raíz es justamente todo lo relacionado con luces y sonido. Es indescriptible la adrenalina que se siente al saber que se acerca el momento en que uno debe “tirar” una de las pistas. Y me da risa, porque estoy casi segura de que, si varios días antes de ese estreno me hubieran propuesto ayudar con algo así, probablemente hubiera dicho que no (porque no tenía ni idea de cómo realizar ese trabajo). Por dicha las cosas surgieron así de improviso y pude experimentar algo nuevo en mi vida. Novedad
Otro aspecto totalmente nuevo para los que venimos de un mundo ajeno al teatro es el vocabulario. En todos los ámbitos donde uno se desenvuelva siempre van a existir términos y conceptos que son propios de ese contexto y que quizás resulten extraños para los que no están tan familiarizados con ese mundo específico. Una vez llegué a un ensayo y me recibieron con la indicación: “hoy no vamos a hacer pasada, sólo vamos a ver pies”. Para los actores eso es perfectamente entendible, pero en ese momento yo no sabía ni qué imaginarme. Por un instante, me dio risa imaginarme a todos los presentes quitándose los zapatos y las medias para que les revisaran los pies, pero estaba segura de que se trataba de algo diferente. Como ya muchos de ustedes saben, la indicación significaba que no iban a practicar todos los textos de la obra, sino que solamente repasarían las partes que iban justo antes de alguna pista de sonido o un cambio de luces. Experimenté esa misma confusión la primera vez que escuché otras expresiones como “hay que poner las gelatinas de las luces” (que son una especie de láminas que se colocan en los reflectores para lograr diferentes colores) o “vamos a hacer mierda”, que se refiere al mini-ritual que realizan todos los involucrados justo antes de una función; básicamente, se toman de las manos, se brindan apoyo mutuo y dicen varias veces la palabra “mierda” (como parte de la antigua tradición de que no conviene desearse “buena suerte” en el teatro; entonces, en su lugar, se utiliza esa expresión). Incluso es común escuchar que la gente del gremio se brinda buenos deseos diciendo “mucha mierda”, expresión que al parecer se deriva de las épocas en que la gente de los pueblos iba en caballo no sólo al teatro sino también a otras actividades como mercados y ferias (y obviamente, si la actividad era muy exitosa y concurrida, los animales dejaban mucho estiércol a su paso). En fin, el punto es que en el teatro también aprendo muchos conceptos y expresiones. Otra novedad
Finalmente, algo que también disfruto mucho es constatar la innumerable cantidad de reacciones nuevas y diferentes que una misma obra puede causar en diferentes audiencias. De mi experiencia como profesora, sé muy bien que cada aglomerado de personas tiene un estilo diferente; una misma actividad puede salir maravillosa en una clase y luego resultar caótica con un grupo diferente. En el teatro sucede exactamente lo mismo: he visto cómo una misma obra se presenta ante diferentes audiencias que a veces permanecen inmutables, a veces ríen a más no poder, a veces hacen comentarios en voz alta y a veces lloran a moco tendido. Es más, esas variaciones con frecuencia se dan en una misma audiencia a lo largo de los diferentes momentos de una función. Es una montaña rusa de emociones y cada quien percibe las cosas de manera diferente. Recuerdo una vez que me pidieron que tomara una pequeña grabadora y que buscara a varios espectadores para pedirles sus impresiones acerca de la obra que acababan de ver. Por cierto, dicho sea de paso, eso también fue algo totalmente nuevo para mí: aunque estoy acostumbrada a trabajar con gente, no me imaginaba a mí misma abordando a personas totalmente desconocidas para tratar de sacarles conversación (y que además aceptaran que grabara lo que decían); pero eso también lo disfruté montones. El punto es que, aunque yo ya hubiera visto la obra muchas veces, cuando escuchaba los diferentes comentarios, el panorama de mis perspectivas se ampliaba al notar ciertas facetas que yo nunca había considerado o que tal vez había interpretado de una manera diferente. Así, considero que incluso una misma obra sigue siendo siempre fuente de novedad, porque dependiendo de lo que uno esté viviendo se enfocará más en ciertos aspectos y los diálogos le ayudarán a reflexionar tanto acerca de sí mismo como de su relación con otros y con el entorno. Siempre hay una oportunidad para notar algo nuevo y ser crítico con la realidad. Siempre novedad.
Por todo lo anterior, felicito a Raíz Teatro por el amor y la pasión con que realizan cada uno de sus proyectos. Les reitero mi inmenso agradecimiento por tomarme en cuenta y por enriquecer constantemente mi vida con esa refrescante explosión de novedad. Además, aprovecho para invitar a quien lee estas líneas a acercarse a Raíz y apoyar todas sus iniciativas. Es imposible encontrarse con Raíz y seguir siendo la misma persona de antes; uno siempre sale renovado.



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