miércoles, 26 de agosto de 2020

En las fronteras del juego.

 


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A estas alturas del partido el regreso a las tablas parece estarnos esperando en el 2021, por lo que muchos han optado buscar en la virtualidad un refugio para el teatro, y digo refugio y no casa porque no soy de los que han visto en la virtualidad el futuro del teatro, sino un techo bajo el cual escampar. Aquí me podría ganar algunos puntos citando al investigador y filósofo argentino Jorge Dubatti, para afirmar que aquello que vemos en streaming o redes sociales carece de uno de los elementos fundamentales del fenómeno teatral; el convivio. Sin embargo, el mismo Dubatti también habla del tecnovivio como aquel encuentro mediado por recursos virtuales como el streaming y las redes sociales. Así que se podría decir que estamos en un empate por acá.

Desmenucemos un poco lo que sucede en las tablas y lo que ha sucedido en las distintas experiencias de streaming y redes sociales. Para esto vayamos a un punto central del engranaje dramatúrgico, el acontecimiento. Si lo fuéramos a definir de manera simple se podría decir que es eso que marca un cambio significativo en la pieza, un antes y un después. Ahora enredemos un poco el asunto y digamos que existen varios niveles de acontecimiento. El más común es el acontecimiento ficcional, o aquello que acontece en la ficción de una obra de teatro (la muerte de un padre, una confesión de amor no esperada, alguien roba un objeto valioso, una madre abandona a su hijo, etc.) Este acontecimiento se puede dar tanto en vivo como de manera virtual ya que la ficción no es un fenómeno presencial sino una convención con el espectador, sin embargo, esto nos lleva al segundo grado del acontecimiento, el performático.

Esto lo tiro en otro párrafo porque aquí nos estamos metiendo en un terreno que es tan concreto que resulta ambiguo. Entrémosle con un ejemplo. Si usted a estado en una obra de teatro o espectáculo de circo en el cual vuelven a ver al publico y tiran la temible frase “necesitamos un voluntario”, que automáticamente invita a todo mundo a mirar al techo, usted a sido victima de un acontecimiento performático. Digamos que es aquella cosa que SOLO puede acontecer en vivo (cuando un personaje se esconda en la gradería, un intérprete le hace preguntas al público, el escenario se llena de agua, etc.) Es aquello que llega a cambiar activamente la energía, las relaciones y el sentido de lo que está aconteciendo en escena y que no es ficción.

Aquí el asunto se pone ambiguo para las transmisiones en vivo, que han permitido el intercambio entre los intérpretes y el público mediante los chats, incluso se podría decir que ofrecen muchas alternativas para construir acontecimientos que no se encuentran en el mismo espacio y tiempo físico sino en uno virtual. Entonces… ¿sigue el empate?

A lo largo de los años he escuchado decir mil y un cosas en defensa del teatro con relación al cine o la televisión. Es probable que la más común de estas es la de ver a actores en vivo sudando y llorando frente a uno. Y no voy a mentir, es poderosa esa energía que solo pueden producir los cuerpos en presencia viva, pero no es común que la gente que va al teatro se levante en media de la función para ver si eso que esta en la cara de los interpretes son lagrimas reales. De hecho, en escena existen muy pocas cosas que estén sucediendo “realmente”, cuando vemos sangre o violencia no sea otra cosa que un efecto. Con esto no quiero desacreditar el carácter en vivo, muy por el contrario, creo que es el órgano vital del teatro, pero su valor no esta en hacer las cosas más “reales” sino en hacerlas más imaginarias.

No es raro escuchar al dramaturgo argentino Mauricio Kartun hablar del teatro como una “reserva natural”, el último espacio donde nos reunimos para imaginar en vivo. Desde las grandes producciones hasta aquellos montajes que solo poseen dos sillas, incluso en esos espectáculos que deciden hacerse en una casa para llevarnos al límite de la realidad. Todos y cada uno de ellos se sostienen en la capacidad imaginativa del espectador, que no está ahí para imaginar como es el cuarto que se encuentra detrás de esa puerta por la que entran y salen personajes, sino para creer en la posibilidad de que existe ese cuarto. Esa manera de imaginar no es otra cosa que nuestra capacidad para jugar, como lo hacen los niños cuando toman un palo y con un solo sonido lo convierten en una pistola, y un segundo después en una espada.

La distancia insalvable entre las tablas y la pantalla se produce en algo que podemos llamar el tercer nivel de acontecimiento, el del ritual del juego imaginario. Aquí queda en evidencia un asunto cultural, ya que como dice Peter Brook:

En el teatro la imaginación llena el espacio, a diferencia de la pantalla del cine que representa el todo y exige que todo lo que aparece en la imagen este relacionado de una manera lógica y coherente… el vacío en el teatro permite que la imaginación llene los huecos. Paradójicamente, cuanto menos se le da a la imaginación más feliz se siente, porque es un músculo que se siente feliz jugando.1

Y es que no podemos obviar que el medio audiovisual posee sus propios recursos y modos de expectación, esto es fácilmente percibido cuando se ven espectáculos teatrales grabados en un plano general y aquellos que cuentan con múltiples cámaras y un buen trabajo de edición de las tomas. Aunque el primero es un acercamiento más “fidedigno” de la experiencia teatral, el segundo dialoga mejor con nuestra forma de relacionarnos con la pantalla.

Esto no es solo un asunto del uso técnico de la imagen, sino también la forma en la que los textos teatrales operan en nosotros, por ejemplo, el termino oficial en español para la persona que escribe obras de teatro es dramaturgo, pero prefiero el termino en inglés “playwright”, que sí lo traducimos de manera literal viene a ser algo así como constructor de juegos. Y esta noción de juego está en el ADN de todo texto dramático, desde el juego poético de la palabra en Arístides Vargas, Federico García Lorca, o los juegos rítmicos de Beckett e Ionesco. El juego es también el “Verfremdungseffekt” de Brecht o Blanche DuBois hablando con las personas de su pasado. Es cierto que podemos transmitir la anécdota de la obra en un streaming, pero perdemos la fuerza de ese otro juego que la contiene, incluso nos arriesgamos a que la naturaleza de esos textos entre en disonancia con este otro medio digital, donde el uso de la palabra y los diálogos opera bajo otras lógicas, haciendo parecer a los textos teatrales como demasiado “dramáticos”, extraños, lentos o incluso alimentando un imaginario erróneo de la experiencia teatral.

Las experiencias virtuales que han emergido como una respuesta a la suspensión de la actividad teatral son necesarias para recordarnos lo activo que es el movimiento escénico en el país, pero también nos invita a repensar sobre qué le estamos ofreciendo al espectador cuando este decide ir al teatro y no quedarse en casa viendo Netflix. Por mi parte concuerdo con el dramaturgo argentino Rafael Spregelburd al afirmar que estas nuevas experiencias no son teatro y que se les necesita encontrar un nombre nuevo. Con esto la idea no es desmeritar el trabajo que se a dado hasta la fecha, muy por el contrario, nos encontramos en la gestación de un nuevo fenómeno que bebe de las artes escénicas pero que debe empezar a dialogar y profundizar con las nuevas herramientas que le ofrece este espacio, para encontrar así sus propias formas de acontecimiento.


Estefan Esquivel Valverde

Dramaturgo, Actor y Docente.


Referencias: Peter Brook, La puerta abierta, Ediciones Alba, 1994.

1 Peter Brook, La puerta abierta, Ediciones Alba, 1994.

miércoles, 19 de agosto de 2020

Lo bonito de la cuarentena: Que te critiquen para crecer. / Reporte académico sobre nuestra obra ¡Basta ya! Alto a la obesidad

 

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La última vez les contaba que: esta cuarentena nos tiene inmersos en la desesperanza, el estrés, el aislamiento, la falta de trabajo y dinero, la soledad; y otro tanto de situaciones adversas. Sin embargo, también puede traer detalles llenos de luz y alegría.


Hace unos meses, un par de colegas docentes del Instituto Tecnológico de Costa Rica, me preguntaron si había posibilidad que sus estudiantes vieran videos de las obras de Raíz para ser analizados en sus cursos de Artes Dramáticas. ¡Alegremente accedí! No solo por el hecho de que vieran nuestro trabajo, sino sobretodo, para compartir y colaborar entre colegas. Fraternidad.


Me sentí halagada por la petición pero más, me sentí orgullosa de contar con más de 15 puestas en escena para que muchos puedan disfrutar de “la experiencia Raíz Teatro”. Agradezco en esta ocasión a mi colega Andrea Gómez, docente del TEC, primero por su trabajo y luego por la confianza al pensar en Raíz y compartirnos la experiencia.


Y agradezco, a la estudiante Anabella Zambrano por sus palabras. Gracias por el análisis, la crítica y la sensibilidad. Anabella: me encantaría agradecerte en persona y conversar, si podés escribime al inbox de Raíz Teatro por Facebook o Instagram; o a raizteatro@gmail.com


M. Ed. Katherine LaPey Peytrequín Gómez

Directora general y artística Raíz Teatro



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Instituto Tecnológico de Costa Rica

Reporte sobre la obra en línea

Curso: Artes Dramáticas

Profesora: Andrea Gómez


Nombre de la obra: ¡Basta ya! Alto a la obesidad

Dirigido por: Cristina Barboza

Creación grupal por: Raíz Teatro

Nombre del autor: Katherine Lapei Peitrekin Gómez (actriz)


Este monólogo trata sobre la obesidad. La única actriz, Katherine Lapei, es una persona que ha sido víctima de los insultos y burlas de la sociedad. Al principio, comienza a contar una historia sobre una mujer gorda que va a una reunión para que le den “recomendaciones” para bajar de peso; por ejemplo, hacer ejercicio, comer cereal, tomar 8 vasos de agua al día, evitar las grasas trans, etc. Después, comienza a enseñar fotos de cuando ella era pequeña y empieza a insultarse a ella misma con palabras como: chancha, ballena, barril sin fondo, cerda, tanque, etc. Luego con un tono sarcástico, comienza a decir que ella hace absolutamente todo lo que recomiendan. Aunque no lo diga explícitamente, uno puede deducir que esta contando su propia historia. Empieza a hacer chistes sobre las personas obesas y comienza a burlarse y a reirse. Finalmente, cambia drásticamente a un tono más serio y habla sobre cómo a nadie le importa lo que una persona “gorda” siente.


Cómo mencioné antes, la obra es presentada por una única actriz. Es muy

interesante ya que ella es la protagonista y a la vez su antagonista. La actriz representa varios personajes dependiendo de su tono de voz. A veces usa un tono serio y otras veces hace burlas o es muy sarcástica. Al final de la obra su tono de voz duele… uno puede sentir su dolor y cómo le afectan los comentarios de las personas.


La obra fue una montaña rusa de emociones y al final me sacó lágrimas. Katherine es una persona que radía luz, que tiene una energía super contagiosa y positiva y es súper fuerte. Siempre con una sonrisa en la cara.


La obra se desarrollo en su casa. En todo momento la cámara se quedó en un mismo lugar. El fondo era una pared de piedras grises con 3 cuadros coloridos. La actriz se posicionó en el mismo lugar en todo momento, sentada en frente de la cámara. Estaba vestida con una camisa de tirantes y un brazier. Se vistió de esta manera con un simple objetivo: enseñar su hermoso cuerpo al mundo..


Además, durante la obra hizo chistes sobre personas gordas que se vestían de la misma manera que ella estaba vestida. Esto demuestra lo fuerte y la increíble persona qué es. A pesar de todo lo que la sociedad la ha hecho sentir, es una persona sumamente fuerte y segura.


Otro aspecto que destaco de la obra fueron las canciones utilizadas. Al principio de la obra, sonó la canción “Physical” que es una canción que trata de ejercitarse para adelgazar y tener una “mejor apariencia”. Esta canción sonó justo en el momento que estaba haciendo chistes sobre la gente gorda. Luego al final, cuando acabó, sonó una canción sentimental que generó muchos sentimientos y emociones. Así fue como la actriz se depidió.


Esta obra me tocó muchísimo. Aunque no me considero una persona que ha vivido por estos comentarios y críticas de la sociedad, siempre siento la presión de verme bien para los demás. Esto no debe de ser así, uno tiene que quererse totalmente y quererse ver bien para uno mismo, para nadie más. La actriz radía energía y se ve que es una persona con un alma increíble (como ella dijo), es fuerte y sumamente feliz. La admiro.


Lamentablemente, la actualidad y la sociedad es así, cruel. Las personas no piensan en lo que puede estar sintiendo o pasando la otra persona. Tengo una amiga que ha tenido que sufrir todo esto y me frustra que las personas no piensen en los sentimientos y juzguen solo por la apariencia. No saben el daño que pueden generar en alguien. Esta obra debe verse por todo el mundo. Las personas nos tenemos que dar cuenta que lo físico no es lo más importante.



miércoles, 12 de agosto de 2020

Lo bonito de la cuarentena: Compartir / Reporte académico sobre nuestra obra Triunfo

 

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Esta cuarentena nos tiene inmersos en la desesperanza, el estrés, el aislamiento, la falta de trabajo y dinero, la soledad; y otro tanto de situaciones adversas. Sin embargo, también puede traer detalles llenos de luz y alegría.


Hace unos meses, un par de colegas docentes del Instituto Tecnológico de Costa Rica, me preguntaron si había posibilidad que sus estudiantes vieran videos de las obras de Raíz para ser analizados en sus cursos de Artes Dramáticas. ¡Alegremente accedí! No solo por el hecho de que vieran nuestro trabajo, sino sobretodo, para compartir y colaborar entre colegas. Fraternidad.


Me sentí halagada por la petición pero más, me sentí orgullosa de contar con más de 15 puestas en escena para que muchos puedan disfrutar de “la experiencia Raíz Teatro”. Agradezco en esta ocasión a mi colega Andrea Gómez, docente del TEC, primero por su trabajo y luego por la confianza al pensar en Raíz y compartirnos la experiencia.


Y agradezco, a la estudiante Camila Morales Rodríguez por sus palabras. Gracias por el análisis, la crítica y la sensibilidad. Camila: me encantaría agradecerte en persona y conversar, si podés escribime al inbox de Raíz Teatro por Facebook o Instagram; o a raizteatro@gmail.com


M. Ed. Katherine LaPey Peytrequín Gómez

Directora general y artística Raíz Teatro



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Instituto Tecnológico de Costa Rica

Reporte sobre la obra en línea

Curso: Artes Dramáticas

Profesora: Andrea Gómez

Por: Camila Morales Rodríguez


Información General:

Nombre de la obra: Triunfo

Dirección: Katherine “LaPey” Peytrequín Gómez

Intérpretes: Perssis Sheik, Verónica Quesada.

Producción general: Raíz Teatro


1. Estructura narrativa

El tema de la obra se relaciona con el paralelismo entre las vidas de dos mujeres aparentemente contrarias, pero que en realidad atraviesan circunstancias similares vistas desde distintos enfoques. Ambas se enfrentan a preocupaciones, resignación, esperanza, maternidad, abandono, insatisfacción, peripecias. Sin embargo, solo una de ellas triunfa realmente ante las limitaciones, y decide finalmente reinventarse.

La trama es representada por dos mujeres, Alexandra y Triunfo, que mantienen una relación de patrona-empleada, con marcadas diferencias sociales. La primera, esposa codiciosa de un opulento caballero involucrado en la política, vive a costa del materialismo y la riqueza. Insatisfecha e infeliz, se refugia en la apariencia de quien vive a plenitud, holgada y sin preocupaciones. Sustenta su vida en un espejismo, para evadir su realidad dominada por la “crisis de la edad”, la envidia, la obsesión por “mantener la figura” y la maternidad poco ideal. Aparentemente todos esos conflictos se disipan, con la acción de antidepresivos.

La segunda, Triunfo, es una trabajadora doméstica nicaragüense y empleada por Alexandra. Su principal preocupación es reunir el dinero necesario para pagar la hipoteca de su casa en Nicaragua que su desconsiderado y adúltero marido, comprometió. Pero además, trabaja para mantener a sus hijos que, aunque ya mayores, no se ocupan en ganar dinero. Anhela recuperar su vida pasada en Nicaragua, pero se resigna a la realidad que le tocó vivir.

Ambas se desenvolvían en sus respectivos contextos, sin tener mayor relación directa entre sí. Alexandra se la pasaba fantaseando y alardeando sobre su vida y su supuesto viaje a Buenos Aires, donde aseguraba que sería feliz entre tantos antojos caprichosos. Sin embargo, no contempló que una inesperada noticia sacudiría sus planes: el embarazo de su hija. La histeria y desagrado se apoderaron de ella, ante la negativa de su hija respecto al matrimonio con el padre de la criatura. Pero además, la situación se aseveró cuando su marido decidió suprimir el viaje a Argentina, justificando su decisión con la incertidumbre en la política del país, y con la atención de quien sería su futuro nieto. Su motivación diaria se derrumbó y las quejas aumentaron exponencialmente; se sentía vieja, no podía hacerse una cirugía, no tendría paseo, su hija sería madre soltera...

Mientras tanto, Triunfo se la pasaba trabajando. Recibía llamadas de sus familiares únicamente para solicitarle préstamos de dinero, o tiempo para que se hiciera cargo de sus nietos, y observaba como espectadora las tragedias de su patrona. Se desahogaba con el perro de la familia Echeverría, y seguía con sus pesadas labores diarias. Hasta que un día, también recibió una inesperada noticia: había ganado un concurso en el que había participado. El premio era un viaje para dos personas, en crucero, hasta Alaska. Pese a que se alegró mucho, se dio cuenta de que la oferta no le sería tan conveniente ya que no tendría vacaciones para la fecha establecida, y además, su intención inicial era la de ganar otro premio que no era tan innecesario para ella como dicha travesía. Entonces decidió vender el tiquete. Estaba segura de que el dinero le sería de mayor utilidad, pues con él podría finalmente pagar la hipoteca.

Alexandra, se irritó al descubrir la fortuna de su “empleada” e incluso apeló que fue una ladrona por tomar los cupones de la basura. No toleró los celos, y descargó su envidia en comentarios denigrantes y burlescos entorno a Triunfo. No obstante, para su beneficio, se dio cuenta de que Triunfo vendería sus tiquetes y decide rogarle a su marido para que los compre, hasta que finalmente logra convencerlo.

Luego de que Triunfo confiesa con cierta nostalgia a su fiel amigo perruno, que compró un libro alusivo a Alaska, como “recuerdo del lugar que nunca conocerá”, la historia alcanza su punto más álgido, en el momento en que la venta se logra finiquitar. A partir de ahí, la trama comienza a descender rápidamente hasta llegar al desenlace final. Se sobreentiende que Alexandra realizó su viaje, y que Triunfo decide por primera vez satisfacer sus propios gustos. Decide tramitar la adquisición de una Visa, conseguir ropa caliente y comprar un boleto de avión a Vancouver, para rehacer su vida en ese lugar.


2. El trabajo de los actores y actrices.

Personalmente, la actriz que más me atrajo fue Perssis Sheik. Quizás lo que más me llamó la atención fue la naturalidad con que representaba a sus personajes. Se identificaba fielmente tanto con el personaje de Alexandra, como con el de Triunfo. Sus gestos y ademanes no se veían forzados y eran muy acertados para cada situación. El público disfrutaba de su jocosidad, y de su estilo tan espontáneo. No mostró ninguna equivocación, y se veía muy segura de su papel. Hizo un uso muy apropiado de la entonación y el énfasis con que se refería en ciertas situaciones, y cabe destacar su habilidad para imitar el acento nicaragüense sin dificultad.

La actriz logró representar claramente la dualidad entre ambas mujeres, transmitiendo los rasgos materialistas y mimados de Alexandra, que causaban desagrado, y la sencillez y modestia de Triunfo que por el contrario, provocaban cierta ternura hacia el personaje.


3. Plástica escénica (todos los recursos técnicos de la puesta en escena)

El espacio escénico se distribuyó en un solo nivel, con el público dispuesto siempre de manera frontal al escenario. La escenografía era mínima, pero la necesaria para desarrollar la trama: un par de sillas y un perchero donde mantenían pequeños elementos del vestuario y demás objetos menudos.

La puesta en escena carecía de efectos especiales y los elementos visuales se mantuvieron prácticamente planos, a excepción del desplazamiento de las sillas en las diversas escenas. La luminotecnia fue ausente, y los efectos sonoros fueron muy reducidos. Básicamente se limitaron a marcar la transición entre una escena y otra, con una breve melodía.


Comentario sobre el vestuario y los objetos utilizados:

Pese a que los elementos visuales no fueron prominentes, el uso de los mismos fue muy significativo. En cuanto al vestuario, cabe reconocer la eficacia con que lo integraron, pues básicamente lo constituía una serie de accesorios que de acuerdo al personaje que se estuviera representando, se ponían o se quitaban. De esa manera se agilizaba la preparación de ambas actrices para las sucesivas escenas.

Cuando una de las actrices hacía el papel de Alexandra, utilizaba un vestido que denotaba finura y elegancia, complementado con unos tacones negros y un tocado de tul, que aumentaban la prestancia. En cambio, cuando se asumía el rol de Triunfo, se utilizaba el tradicional traje de sirvienta, compuesto por un delantal y una banda para sujetar el cabello. Ambos vestuarios estaban ambientados en los años 50 y 60, sin embargo, la trama estaba basada en la actualidad. Dicha discrepancia resultaba confusa, aunque a mi parecer, se utilizó de esa manera para acentuar la diferencia de clases y la brecha social entre ambas mujeres, pues los accesorios antes mencionados, se asocian inmediatamente a los roles que cumplía cada una, aunque demuestran la ironía del rumbo que toma su destino: la sacrificada y pobre sirvienta, triunfante ante sus limitaciones, y la superficial y rica patrona que pese a que consigue viajar, no consigue superar su infelicidad.

Los objetos utilizados también fueron muy adecuados, pues fueron una herramienta para exponer las diversas temáticas tratadas. El uso de dispositivos electrónicos como la computadora y el celular, no solo ambientan la historia en la actualidad, sino que exponen las implicaciones de la comunicación electrónica. Por medio de la computadora, Alexandra muestra su vida “perfecta” a un personaje tácito, que parece ser su amiga. Es capaz de ocultar su realidad a través de una pantalla, y de mostrar únicamente lo que ella decide. Esta situación hace visible la insaciable necesidad de Alexandra de proyectar la vida caprichosa que siempre quiso.

Además, la comunicación electrónica deja ver la distancia virtual que separa a ambas madres con sus respectivos hijos, y que es preferida por los mismos, antes que el contacto directo. Se reemplazan las tardes de café, por las videollamadas pasajeras y lejanas (en el caso de Alexandra), y las conversaciones por teléfono se reducen a pedir favores y dinero (en el caso de Triunfo).


4. Contenido

Las intérpretes de la obra nos conducen a través del viaje de sus respectivas vidas que se contrastan en algunos aspectos, y coinciden en otros, al estar ambas sujetas a una misma realidad humana. Esa realidad que nos impulsa a querer superar cada uno de los eslabones que Maslow propone en su jerarquía de necesidades, para finalmente acceder al reconocimiento y la autorrealización. De una u otra manera, todos aspiramos a alcanzar ese fin último de plenitud con nosotros mismos y con nuestras vidas. Por esa razón es que Alexandra se obsesiona con su apariencia o sus riquezas, que de algún modo le proveen cierta seguridad y estabilidad personal respecto a sus necesidades de estima, que están de hecho, en el penúltimo escalón de la pirámide. Sin embargo, su ascenso por la pirámide es poco exitoso, puesto que no logra amarse genuinamente a sí misma. Esa es la causa de su lucha obstinada contra el envejecimiento o la gordura, que se convierten para ella en defectos que nublan aún más la armonía consigo misma. Las preocupaciones innecesarias y la insatisfacción, la condenan al consumo de pastillas antidepresivas y al estancamiento.

Triunfo, por su parte, también se encuentra en búsqueda de su realización, pero a diferencia de Alexandra, su evolución es evidente y su desenvolvimiento personal también. Pasa de ser una mujer resignada y abnegada, a ser una mujer arriesgada y dueña de sus decisiones desde el momento en que descubre el poder de la confianza en sí misma. Por eso, pese a que su riqueza material no es tan abundante, su riqueza interior es la que propicia su desarrollo.

Ambas situaciones dejan en evidencia la importancia del amor propio en la misión por satisfacer las necesidades que convergen en la realización humana. El vacío interno es una fuga de la felicidad, nos vuelve insaciables y amargos. No nos permite aprovechar oportunidades, ni agradecer los dones. Nos somete a alegrías efímeras y a ilusiones pasajeras. Nos aleja de nuestro proceso de crecimiento individual, y estanca nuestras vidas.

Cuando no somos capaces de llenar nuestro espíritu con la grandeza de nuestro propio ser, procuramos llenarlo con bienes materiales o con otro tipo de vicio que termina traicionándonos. Y tal como dice el papa Francisco, “Aquel que deposita su alegría en los bienes materiales, está condenado a nunca ser feliz”. En cambio, cuando tomamos la decisión de empoderarnos y visualizarnos como la mejor herramienta que poseemos, la verdadera riqueza comienza a brotar y nos garantizamos el camino hacia la autorrealización.



El rumbo de producir (Raíz Laboratorio 4)

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