Nunca
he escuchado el término “Síndrome post-estreno”, ergo, no sé
si ya ha sido mencionado o visibilizado como tal; pero sí creo
firmemente que existe.
Parto
de uno de los significados de síndrome
que da el Diccionario de la Lengua Española: Conjunto
de
síntomas
característicos
de
una
enfermedad
o
un
estado
determinado;
y es así, como puedo asegurar que luego de tener un estreno teatral
- cuando “todo se acabó” -, se tienen síntomas.
A
ver, particularmente, nuestros procesos de Raíz Teatro duran entre
6-8 meses (de dos a cuatro días a la semana, tres a cinco horas
diarias) antes de estrenar. Como “estreno” se entenderá a los
fines de semana que estuvimos por primera vez en funciones (que van
de 2-4 fines de semana) frente a un público desconocido.
Así,
que con esta información, hablaré desde mi y desde mi Raíz sobre
el síndrome post-estreno. Eso
sí, muy rápido y por encima, porque existen muchos más síntomas y
detalles que no menciono en esta nota.
A
ver, luego
de estar “juntos” como equipo de trabajo en
Raíz Teatro,
durante casi 9 meses compartiendo: opiniones, impulsos, enfermedades,
sueños, molestias, alegrías, dudas, éxtasis, tristezas, sudor,
lágrimas, sueño/cansancio, contracturas, pérdidas y nostalgias,
risas y amor; entre otras muchas situaciones más; es evidente que se
crean conexiones/vínculos importantes entre los seres humanos que
somos. Además, llegar a ensayar luego de estar en nuestros otros
trabajos en horario diurno (porque en Raíz todos tenemos al menos
dos profesiones) para seguir trabajando en horario nocturno y además,
el traslado de y hacia nuestro nuestro lugar de ensayo/casas (que
todo tico sabe lo que esto
significa: entre una y dos horas “de viaje”); es una tarea
titánica que no cualquier ser humano soporta.
Cuando
se hace teatro, se hace humanidad. Somos seres humanos trabajando
como cualquier otro ser humano que trabaja, con la gran diferencia
que además de trabajar con nuestro cuerpo y mente; también
trabajamos con nuestras emociones y demonios.
Así
que luego de pasar por una montaña rusa de emociones intensas
durante 9 meses de ensayos y preparación; nos ponemos frente a las
luces y a los espectadores para seguir despellejándonos el alma y
mostrar nuestro trabajo en cada función.
Y
luego que se acaban las funciones...vacío, silencio, quietud,
“tiempo libre”…
Los
días luego de un estreno son un vacío inmenso donde mi cuerpo y mi
mente se sienten perdidos. Un vacío que me genera ansiedad porque
aún no he bajado la adrenalina de despellejarme el alma frente a los
demás.
Y
es que, esta adrenalina no baja de golpe. Una como intérprete (y
como directora) debe despellejar su alma frente a ojos diversos, ojos
fijos, ojos incrédulos, ojos críticos, ojos y almas como los míos.
Y esa adrenalina no se acaba con en el aplauso. En mi mente de
intérprete (y directora) sigo pensando: Lo
habré hecho bien? ¿Es esto lo que quería hacer? ¿Estoy dando lo
mejor de mi? ¿A lo mejor y no me estoy dando a entender?, entre
otras millones de incógnitas.
Síntoma
de vacío. Síntoma de silencio. Silencio interno y externo. Luego de
estrenar ya no estoy escuchando la voz de mi directora, de mis
compañeros de escena, de los diseñadores, de la dramaturga, de mis
entrenadores; hay silencio. Silencio puro. Hay silencio en mi
alrededor, pero también silencio adentro. Mi silencio. Mi silencio
que me hace meditar y reflexionar, que me ayuda a tomar decisiones.
Un silencio activo.
Síntoma
de vacío. Síntoma de silencio. Síntoma de quietud que se parece a
los otros dos pero que tiene que ver particularmente con mi cuerpo.
Un cuerpo que en ensayos y funciones debe estar entrenado para estar
aquí y ahora para comunicar algo. No es sencillo ese estado. Un
cuerpo alerta, atento, creativo, activo y proactivo. Y luego del
estreno, quietud. Quizá esta quietud solo dure unos días o meses;
pero es un síntoma bien raro porque nuestro cuerpo y nuestra mente
estuvieron casi 10 meses en movilidad pura.
Síntoma
de vacío. Síntoma de silencio. Síntoma de quietud. Síntoma de
“tiempo libre”. El tiempo libre es un privilegio que muchos no
sabemos valorar. Para algunos de hecho, es signo de vagabundería y
“falta de trabajo”. El tiempo libre es justo y necesario; para
seguir, para recargar baterías, para tomar decisiones. Este síntoma
del tiempo libre es el que más me inquieta porque de repente me veo
en mi casa: tranquila, descansada y ¡con tiempo! Tiempo que durante
el proceso de ensayos, no tenía. Tiempo
que no tenía para: tomar café con mi mamá, salir a caminar con mi
papá, ir al banco, ir a comprarme algo, leer, pintarme las uñas,
visitar a mis amigos, para descansar; tiempo para lo esencial. Es tan
importante el tiempo, también para lo esencial.
Y
quizá no es que sea demasiado el tiempo libre que me queda luego de
un estreno. Pero sí el suficiente para hacer una pausa y decir:
“llévela suave Pey, hay cosas que se deben disfrutar con tiempo”.
Amo lo que hago, le dedico mi tiempo al 100% pero también debo
recordarme que necesito tiempo para mi, para la mujer.
El
vacío, el silencio, la quietud y el tiempo libre son algunos de
estos síntomas de lo que he llamado Síndrome post-estreno; habrán
más, ustedes me dirán...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario