Un espectáculo
como «A
calzón quita’o»
(tan solo por mencionar uno de Raíz Teatro) tiene todo para
convertirse en un hito, no solo y no tanto por el contenido, más
bien por la simbiosis que cada personaje logra con su texto: es una
obra sin máscaras, cruda, de choque; llega un momento en donde el
espectador se percata de que no es histrionismo lo que ahí se
ofrece, es una historia real y desnuda de un alguien concreto. Y eso
impacta, te toca por dentro, te hace sentir respeto, te muestra que
nada de lo que acontece en la vida humana es ajeno al teatro, y a la
inversa.
Comunicar cosas
hondas y, a la vez, llanamente cotidianas, contar lo que son y lo que
sienten, transmitir con todo eso una convicción profunda a los
demás. Por ahí se enfocan los esfuerzos de este grupo con su
dramaturgia. Se trata, en realidad, de una urgencia expresiva
connatural a todo ser humano. El teatro de Raíz es fresco y bien
cuidado, subversivo y sabroso, cínico y seductor; esta combinación
es la que lo hace también -- y sobre todo -- liberador.
Hay situaciones sociales y personales
que no pueden ni deben ser calladas, es necesario gritarlas,
exteriorizarlas, lo pudren a uno si se las deja escondidas por
dentro. El teatro permite y enseña sacar todas esas protestas,
esperanzas, convicciones y contrastarlas con lo externo. Existen
dimensiones de la vida a las que solo se les puede llegar desde la
opción teatral; hay una verdad de lo real que solo puede ser en el
teatro. Mentira que el teatro es mentira. La dramaturgia es necesaria
para el espíritu del hombre y del mundo, no es --no lo ha sido
jamás-- un espacio de mera diversión mimética, es un trabajo
social tanto más urgente cuanto más se lo relegue. A nuestros
aparatos públicos no les interesa (en realidad tampoco les conviene)
invertir en promoción cultural, en desarrollo artístico, en
pensamiento crítico…, en nada de eso que abra ojos y despierte
conciencias. Por eso es tan valiosa la tenacidad con la que Raíz
Teatro lucha por mantenerse en pie en medio de un clima adverso que
descaradamente orilla todo esfuerzo humanista y reflexivo.
Fray Marcos Quesada
OFMConventual
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